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¿Le duele o se lo inventó? El dolor psicológico también es verdadero

Su dolor de rodillas, hombros o espalda puede ser psicológico y no significa que sea inventado. Hay que repensar los orígenes del dolor.

  • La ciencia comprobó que los dolores agudos, también existen los dolores que se originan en lo psicológico. FOTO Freepik
    La ciencia comprobó que los dolores agudos, también existen los dolores que se originan en lo psicológico. FOTO Freepik
19 de diciembre de 2022
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No existe un dolor inventado, si lo siente es porque hay una razón así no la vea a simple vista. Antes se creía que el dolor físico solo se producía por una inflamación del cuerpo o ser la alerta de una enfermedad.

Y sí, todavía puede ser por alguno de esos casos, pero la ciencia comprobó que además de estos dolores agudos, que son los que duran poco tiempo y se generan por una lesión en el cuerpo como una cortada, un rasguño, un golpe, una inflamación o alguna transformación física, también existen dolores que se originan en lo psicológico o se intensifican por emociones y vivencias traumáticas del pasado o del presente que la persona no ha superado.

Así que ese dolor de espalda, rodilla u otro dolor en alguna zona del cuerpo se puede originar desde la mente, porque aunque no haya una herida física, la hay emocional.

Según lo explica el psicólogo David Andrés Montoya, de la Facultad de Psicología de la UPB, el dolor es una experiencia emocional y su aparición depende de aprendizajes neurobiológicos, psicológicos y cambios ambientales.

Con esto coincide el neurólogo Gustavo Díaz de la Universidad CES, quien explica que “hasta la década de los 60 se consideraba que el dolor era una respuesta sensorial al daño de los tejidos y se desconocía casi por completo el papel de otros dominios como el afecto, las diferencias genéticas y las vivencias en la experiencia dolorosa”.

Para comprender más la relación entre el dolor y las emociones, el neurólogo Carlos Yepes, investigador de la Universidad CES, la ejemplifica a través de dos escenarios, ambos relacionados con el nivel de estrés que pueda estar experimentando.

En uno, el estrés es alto, llega a casa después de un día largo y, sin querer, se golpea el dedo pequeño del pie con un mueble. Este dolor será mucho más duradero y lo sentirá más fuerte de lo que realmente es por sus emociones negativas. Mientras que si está pasando un buen rato en una discoteca, con alguien que le gusta y esa persona pone su pie encima del suyo por accidente, el dolor será ligero, menos duradero y probablemente pase desapercibido porque está de buen humor.

Repensar su origen

Sumándose a estos descubrimientos, la revista Scientific American recientemente llegó a una conclusión similar. “Es tiempo de repensar los orígenes del dolor”, tituló en la revista el investigador estadounidense Haider Warraich, para explicar que un paciente con ansiedad o depresión es más propenso a que un dolor agudo se le transforme en un dolor crónico, que es el que dura períodos prolongados y puede interrumpir actividades cotidianas.

Además, las personas que estén predispuestas o con miedo a sentir dolor, tienen más probabilidades de sentirlo o de que se intensifique uno que ya está, a diferencia de las personas que no sienten miedo o no tienen una actitud negativa frente a una molestia física.

Esta afirmación la hace basándose en su propia experiencia. En el artículo, Warraich cuenta un accidente en el que su espalda se vio comprometida y le causó un dolor agudo que finalmente se transformó en un dolor crónico. ¿La razón? Su cerebro.

“Lo que determina la transformación de dolores transitorios en una agonía incesante no solo se explica por la anatomía, sino a menudo por la psicología. Nuestra percepción del dolor, y nuestro miedo al mismo, pueden desempeñar un papel importante en los resultados clínicos. Sin embargo, lejos de minimizar las experiencias de las personas, está abriendo la puerta a tratamientos que finalmente puedan ayudar a los millones que viven en un tormento sin fin”, escribió en la publicación.

Ese “tormento” al ser una percepción sensorial subjetiva, es imposible, hasta ahora, medirlo objetivamente como puede hacerse con otros elementos como la temperatura y la presión. Una de las maneras de medirlo es con la escala visual análoga, que consiste en preguntarle a cada persona del 1 al 10 qué tan intenso es el dolor y se clasifica en dolor leve, moderado, intenso y el peor dolor posible que puede sentir.

Que un dolor se origine desde lo psicológico sucede porque hay redes neuronales que funcionan con sustancias llamadas neurotransmisores y neuropéptidos que hacen que haya una estrecha relación entre la percepción sensorial del dolor y los factores emocionales, así lo explica Gustavo Díaz.

Todo dolor es real

Las psicólogas Liliana Estrada y Kelly Torres, del Hospital Universitario San Vicente Fundación, ante este descubrimiento explican que la predisposición de un paciente sí juega un papel esencial para que un dolor se incremente, pero esto no quiere decir que el dolor “se lo esté inventando la persona”.

Así no haya una lesión o enfermedad física de por medio, este dolor también necesita un tratamiento médico.

“Es cierto que algunas personas con síntomas ansiosos que reaccionen negativamente a alguna experiencia como lo puede ser un dolor, pueden tener un nivel de alerta mucho más alto para identificar un malestar físico y asociarlo con dolor”, dicen.

Las personas ansiosas, depresivas o con estrés en su cotidianidad son más propensas al dolor y con la ansiedad pueden tener cambios en su sistema nervioso autónomo y producir síntomas como taquicardia, elevación de la presión arterial y dolores musculares que empeoran las crisis.

“Siendo más específicos sobre el dominio psicológico, la ansiedad y el estrés relacionado con el dolor puede llevar a pensar que estás sufriendo una condición que pone en peligro tu vida o te hace pensar que no vale la pena vivir con ese dolor y eso contribuye a un mayor impacto de la experiencia dolorosa”, agrega Díaz.

En conclusión, ningún dolor es inventado. Más allá de las dolencias físicas, el componente emocional influye mucho más de lo que se creía en el pasado. Este descubrimiento es una de las razones por las que es necesario prestarle más atención a la salud mental, pues puede influir directamente en su salud física

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