Al siglo IV D.C. (Después de Cristo) se remonta la celebración del día en la Santa Cruz, dedicado por la iglesia católica a la exaltación de un símbolo que estaba asociado con la muerte y a la ignominia y que ahora es adorado.
Cuenta el sacerdote Fredy Córdoba que el origen se remonta a Santa Elena, madre del emperador Constantino, que tras convertirse al cristianismo y lograr que su hijo también lo hiciera, inició una cruzada para hallar la cruz en la que murió, una misión bastante compleja teniendo en cuenta que morir en un madero era una condena muy popular por parte de los romanos.
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Relata que uno de los mitos sobre el hallazgo era que frente a la cruz en la que se curara un paralítico, en esa había muerto Jesús.
Tras hallarla, Santa Elena ordenó la construcción en Jerusalén de la basílica de la Santa Cruz, a la que un 3 de mayo llegaron los maderos en los que fue crucificado Jesucristo.
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Con el paso de los años, los fragmentos de esos maderos fueron repartidos por todo el mundo. Con los siglos se incorporó a esta fecha el rezo de los Mil Jesús.
“Esta devoción consiste en invocar el Nombre de Jesús mil veces para derrotar de las casas a las huestes del mal”, relatan desde la arquidiócesis de Medellín.
Esta tradición caló fuertemente la cultura paisa, al punto que este 3 de mayo en muchos hogares levantan un pequeño altar dedicado a la Santa Cruz, en el que ponen diferentes alimentos como símbolo de lo que esperan nunca les falte.
¿Cómo se rezan?
Se entina la oración “Renuncia Satanás, que conmigo no contarás porque el Día de la Santa Cruz dije mil veces Jesús, Jesús...”.
“Si a la hora de mi muerte el demonio me tentara, le diré que no tiene parte de mí, porque el día de la Santa Cruz dije mil veces: Jesús, Jesús...”.
“Santísima Cruz, mi abogada has de ser, en la vida y en la muerte me has de favorecer. Si a la hora de mi muerte el demonio me tentare, le diré: Satanás, Satanás, conmigo no contarás ni tendrás parte en mi alma, porque dije mil veces Jesús”.
Para contar los mil Jesús, sin perder la cuenta los creyentes se apoyan en una camándula o en granos de maíz y frijoles, que van sumando de diez en diez.