Tener la mente en blanco no es lo mismo para cada persona. Algunos llaman de esta manera a un estado somnoliento, mientras que para otros esto es una ausencia de consciencia.
Un equipo de neurocientíficos y filósofos del Centro de Investigación en Neurociencias de Lyon, la Universidad de Lieja y la Universidad de Monash han concluido que existen momentos en los que sí hay espacios en blanco en nuestros pensamientos.
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La investigación, publicada en la revista Trends in Cognitive Sciences, asegura que tener la mente en blanco es una experiencia caracterizada por estar somnoliento, ser más lento y cometer más errores. La frecuencia de este estado varía entre una persona y otra, pero en general se presenta entre el 5 y el 20% del tiempo.
Además, fueron identificados algunos momentos en los que es más común no pensar en nada: esto suele ocurrir cuando se están finalizando tareas que requieren atención prolongada y sostenida, después de hacer ejercicio físico intenso o luego de estar desvelado.
Para analizar esto, los investigadores revisaron más de 80 estudios sobre el tema y también realizaron resonancias magnéticas del cerebro de los participantes, a los cuales les solicitaron que dejaran su mente en blanco. Con esto encontraron diferencias y similitudes en el fenómeno, especialmente cuando este es inducido o espontáneo. El primer caso se presenta cuando se le solicita a alguien que “deje de pensar” –como pasó en la investigación–, y el segundo se da en las situaciones que se describieron anteriormente.
Una de las particularidades encontradas en la investigación fue que los niños diagnosticados con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) suelen tener la mente en blanco más frecuentemente que las personas neurotípicas.