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Ellos buscan masculinidades corresponsables y no violentas

Un colectivo del Suroeste antioqueño, la Secretaría de las Mujeres de Medellín y expertos en equidad de género explican los alcances de esta transformación.

  • Deconstruir las masculinidades violentas y dominantes conlleva a garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, asegura la Secretaría de las Mujeres de Medellín. FOTO SHUTTERSTOCK
    Deconstruir las masculinidades violentas y dominantes conlleva a garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, asegura la Secretaría de las Mujeres de Medellín. FOTO SHUTTERSTOCK
07 de marzo de 2021
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En algunos parques del Suroeste de Antioquia, algunos hombres, con delantal, llevan consigo planchas, ollas y muñecos. Integran el colectivo Nuevas Identidades Masculinas, y con escenas como esa se proponen que los demás reflexionen sobre su compromiso con el trabajo doméstico y la crianza.

“Construimos mensajes de los hombres para los hombres y después salimos a la plaza pública, donde conformamos conversatorios”, cuenta su coordinador Aicardo Villa, artesano de madera y guadua, y sociólogo de la Universidad de Antioquia.

En otros momentos trabajan en Lazo Blanco, su campaña por una vida libre de violencia para las mujeres. “Invitamos a otros hombres a no ejercer violencia, a denunciarla, y en la medida de lo posible, a acompañar a las mujeres para que denuncien”, anota el activista.

Y comparte otra “acción pública”: se han puesto faldas como una apuesta de empatía hacia las mujeres. “Nunca vamos a sentir lo que una mujer siente cuando es violentada, violada, pero sí podemos tratar, simbólicamente, de decirle a los hombres: ‘Pongámonos en el lugar de las mujeres’... Impacta mucho esto de las faldas, eso se queda en las mentes y algo de reflexión deja”.

Villa comenta que la colectividad es diversa: hay hombres jóvenes, adultos, indígenas, negros, trans y gays. Con sus mensajes hacen un llamado a los hombres a cambiar sus prácticas y formas de relacionarse con ellos mismos; con las mujeres, las niñas y los niños, entre ellos y con la naturaleza.

Trazaron su objetivo, cuenta el sociólogo, a partir de un diagnóstico de la subregión, en el que se concluyó que la relación de los hombres con esas cuatro líneas de acción estaban atravesadas por la violencia y la discriminación. Se trata de “una forma tóxica de relacionamiento de los hombres en el territorio”.

Para entender más el propósito del colectivo que lidera Villa, la secretaria de las Mujeres de Medellín, Juliana Martínez Londoño, explica qué es la masculinidad y cómo se ha concebido en la sociedad occidental.

“Es una construcción social. No es algo que esté dado de manera natural. Se ha pensado desde unos atributos de virilidad, uso de la fuerza, ocupación del espacio público... El sujeto masculino se encarga de producir económicamente, hace la guerra. (...) Mientras lo femenino es, por ejemplo, del orden de lo privado, lo masculino está en el orden de lo público”.

La comunidad del Suroeste como la Secretaría de las Mujeres quieren lograr un cambio que, dice la funcionaria, se ha venido dando con el tiempo: que los hombres vivan masculinidades corresponsables y no violentas, que les permitan expresar sus sentimientos, ser empáticos e involucrarse en las relaciones afectivas, la crianza de los hijos, las labores del hogar y del cuidado, y la protección de la naturaleza.

“Lo que queremos, tanto para hombres como para mujeres, es que puedan vivir lo que deseen en su vida y que no sean limitados por factores culturales que definen que tienen que hacer determinada cosa”, señala Martínez.

Recuerda que los estereotipos de masculinidad tienen efectos en el cuidado que los hombres dan a su salud —“acuden menos al médico, por ejemplo”— y en la accidentalidad vial —“hay una idea de que el hombre es temerario, entonces conduce a altas velocidades”—.

En ese sentido, opina la historiadora María del Rosario Romero, experta en equidad de género, se invita a los hombres a “plantear su masculinidad en términos más humanos”, y que así se pierda su asociación con la violencia. También se busca que los hombres puedan desarrollar sus talentos y “que sientan que no hay seres inferiores a ellos, ni las mujeres ni la naturaleza ni los animales”.

Masculinidades contra la violencia

Deconstruir esas masculinidades dominantes conlleva a garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, subraya Martínez. Ya en el 2017 —durante la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer— , la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, se había referido a esta relación: “En este amplio esfuerzo de poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas, entendemos que los hombres desempeñan un papel vital para lograr el cambio. Hacer frente al sexismo, al predominio masculino y a los privilegios masculinos como la norma de la sociedad, empieza con la creación de masculinidades positivas”.

El abogado y docente Carlos Mario Piedrahíta es experto en Derechos Humanos y equidad de género, y ha liderado capacitaciones sobre la transformación de las masculinidades. Tiene seis hermanas y un hermano, y atribuye su visión a la crianza que recibió por parte de su mamá. Recuerda que en su hogar siempre hubo un trato igualitario. “No nos privilegiaron a los hombres”, dice.

“Intento integrar este discurso a lo que hago: en el trabajo en Derechos Humanos, en las clases. También desde lo personal intento hacer una intervención cuando es necesaria. Si alguien le dice una cosa fea a una mujer, no guardo indiferencia ni tampoco celebro, que es una de las actitudes que nosotros deberíamos empezar a tener frente a la discriminación y la violencia, o incluso si hay que llamar a la autoridad”.

Sobre cómo responden los hombres ante el mensaje, Piedrahíta cuenta que algunos tienen “cierta sensibilidad o inquietud”, ya sea porque habían recibido alguna formación o por eventos que han ocurrido en sus familias.

Frente a compartir las tareas domésticas, por ejemplo, el abogado reconoce que algunos hombres “siguen poniendo a la mujer como una servidora, pero pueden acceder a desarrollar algunas; eso es distinto a reconocer que ellas son seres como ellos, pero va siendo una aproximación”.

Asegura que el tema más difícil para abordar es el del respeto, pues no se comprende fácilmente que un piropo, grosero o no, o interrumpirlas al hablar, son actos discriminatorios. Explica Piedrahíta que se trata de enfrentar ese modelo de “guerreros y conquistadores”.

Y añade: “Hay un reconocimiento claro: las mujeres son iguales; pero llevar eso a las representaciones y a las prácticas ya es otra cosa”.

Ante las actividades del colectivo del Suroeste, comenta Villa, los hombres han respondido con sorpresa y aplausos, pero también con burla, rechazo y hasta agresiones. “Algunos piden más información, que son la mayoría. Ven esto como una apuesta importante, no solamente para la sociedad, sino para su vida”, recuerda el activista.

Propuesta del feminismo

El sociólogo Villa asegura que las mujeres del Suroeste ven a la colectividad como un “movimiento de esperanza... De que las cosas pueden cambiar”. En su opinión, el feminismo ha propuesto este cambio. “Estamos trabajando este tema porque el feminismo ha hecho énfasis en que nosotros, los hombres, tenemos que asumir nuestro propio proceso de cambio”.

No obstante, aclara, algunas mujeres que son educadoras han participado en talleres sobre la construcción de la identidad masculina. “Ellas tienen un papel fundamental, el de educar de forma diferente”.

La secretaria de las Mujeres de Medellín también destaca el trabajo con la niñez cuando se trata de repensar los roles de género. “Los ambientes escolares son uno de los espacios privilegiados donde se construye el orden de género, entonces hay un trabajo pedagógico por hacer”.

El amorómetro

Villa cuenta que su comunidad tiene el sueño de vivir en un territorio libre de violencia contra las mujeres, las niñas y los niños. Habla sobre hombres dialogantes; que asuman su deconstrucción con responsabilidad, desde lo personal, lo grupal y lo social; que cuestionen los privilegios que tienen, cedan en lo que tiene que ver con la equidad de género y la no violencia, y se comprometan con el espacio doméstico y el cuidado de la vida. Desea, además, que en varios municipios haya políticas públicas sobre el tema y que el colectivo, que hoy tiene expresiones culturales como el teatro, los títeres y la lectura, tenga incidencia política en el territorio.

En Medellín hay un instrumento pedagógico a favor de las masculinidades corresponsables y no violentas. Se trata del amorómetro, el cual, explica Martínez, permite “medir” ciertas conductas. Cuenta que un grupo de hombres pensó el tema y la Secretaría lo adaptó, y que hoy la herramienta propone un diálogo sobre, por ejemplo, “la necesidad de construir relacionamientos basados en el respeto”.

Construimos este amorómetro con base en los datos que entrega la Secretaría de las Mujeres de Medellín para este año.

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