La angustia es un estado en el que las personas se sienten intranquilas o inquietas por razones que consideran como algo desagradable o una amenaza de una desgracia o peligro. Todos hemos vivido un momento intenso de angustia o una crisis de angustia, ya sea por tener que hablar en público, presentar un informe importante en la oficina o estar en un vuelo con turbulencias.
Las posibilidades de sentir angustia en la cotidianidad son altas. Las crisis de angustia son breves períodos donde se experimenta ansiedad o miedo extremo, acompañado de síntomas físicos como dolor torácico, sensación de dificultad respiratoria y asfixia, mareos y náuseas.
Estas crisis, cuando ocurren en repetidas ocasiones, se les comienza a llamar un trastorno de angustia, que se define como una preocupación excesiva por crisis futuras y/o cambios en el comportamiento “orientados a evitar las situaciones que podrían desencadenar una crisis”, según el manual MSD.
Todos los trastornos de ansiedad, entre los que está este, producen sufrimiento en las personas. Es por eso que las personas que lo tienen, que es del 2 al 3 % de la población, buscan la manera de combatir la angustia, aunque cometan errores en el intento. Un dato es que las mujeres tienen un riesgo 2 veces más alto de tener este trastorno que los hombres.
Según escribió para un artículo de El País de España, Guillermo Lahera, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá y jefe de sección en el Hospital Universitario Príncipe de Asturias, las medidas de adopción ante este tipo de trastornos tienen en común la evitación, la huida y el escape.
Las personas como pueden tratan de sobrellevar sus emociones. Y al momento de implementar algunas prácticas o “remedios”, pueden estar cometiendo ciertos errores. Estas son algunas de las “vías de escape” que no funcionan para combatir la angustia, según Lahera.
1. Llenarse de ansiolíticos: estos medicamentos funcionan igual a otros como los analgésicos cuando le duele a uno la cabeza. Las benzodiacepinas (lorazepam, diazepam, bromacepam) actúan en el sistema inhibitorio GABA del cerebro, lo que produce calma, relajación muscular e inducción al sueño. Pero debe limitar su uso a dos meses (otro de retirada gradual) ante el riesgo de tolerancia al medicamento y necesite cada vez una dosis más alta.
En los trastornos de ansiedad son útiles los antidepresivos, pero debe evaluar con un médico especialista su consumo. Esta opción debe acompañarse de psicoterapia, el principal tratamiento validado.
2. Consumir alcohol o cannabis: son dos sustancias tóxicas que en la cotidianidad se han normalizado, dice el experto. Las consecuencias en el cerebro son banalizadas pero según datos que entrega, la ansiedad es la puerta de entrada a un severo alcoholismo y entre el 7 % y 10 % de los que consumen cannabis para calmar su angustia o ansiedad, desarrollan una dependencia a esta sustancia.
En la investigación Self-medication hypothesis of substance use disorders: A reconsideration and recent applications publicada en la Harvard Review of Psychiatry se concluyó que el consumo de alcohol o drogas puede llevar a la adicción y empeorar los problemas emocionales a largo plazo.
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3. Huir y evitar: las personas que creen que evitando o huyendo de lo que les produce angustia o ansiedad, solucionarán el problema, están equivocados. Se ha demostrado que mientras más se quiera evitar y se huya de la ansiedad, se acrecientan los síntomas. Evite esperar que la ansiedad cese de un momento a otro.
4. Acudir a las pseudoterapias: el psiquiatra asegura que algunas personas buscan el remedio a su angustia o ansiedad en terapias con piedras calientes, acupuntura o reiki. Aunque esto ha demostrado avances en casos específicos, no puede ser una alternativa “al mismo nivel que los tratamientos validados científicamente, farmacológicos o de psicoterapia”.
5. Buscar siempre un porqué: no en todos los casos la angustia o la ansiedad son debido a un trauma escondido, como propone el psicoanálisis. Hay pacientes que se curan sin saber la causa de su ansiedad mientras que otros, aunque sepan todo el origen histórico de lo que sienten, continúan ansiosos y angustiados. No todo tiene una explicación razonable.
6. Tratar de eliminar la ansiedad: se debe aprender a convivir con la ansiedad, sobrellevarla y abrazarla. Comprender que hace parte de algunos rasgos de la personalidad. La ansiedad tiene otra cara de la moneda como la empatía y la sensibilidad artística. “Personajes como Proust, un gran genio ansioso, ahondan en la relación entre la naturaleza nerviosa y la sensibilidad. Es la proximidad de la herida y el don, la idea de que en la debilidad y en lo vergonzoso hay también un potencial para la redención”, escribió el psiquiatra.
Además de estos errores, recuerde también expresar sus emociones y no reprimir lo que siente, crear vínculos sociales significativos y ser menos autocríticos en la búsqueda de la autocompasión.