Calificada como “la sustancia psicoactiva más ampliamente consumida en la Tierra” por el divulgador científico Richard A. Lovett, la cafeína hace parte de la rutina cotidiana de muchos de nosotros.
Sin embargo, además de dar por sentada su capacidad para espabilarnos, pocos se detienen a pensar en los efectos que este compuesto tiene en el cuerpo.
La principal consecuencia de la ingesta de cafeína, sea vía una taza de té, café, bebida energizante o demás, es la de despertarnos, ergo su consumo generalizado en la mañana. “Básicamente, la cafeína inhibe algunos receptores o sustancias que producen sensación de adormecimiento en nuestro cuerpo”, explica la doctora Claudia Arroyave, médica toxicóloga clínica y profesora de la Universidad CES.
También, la cafeína afecta las sustancias que estimulan o deprimen nuestro sistema nervioso central, que a su vez inciden en asuntos como qué tan somnolientos, calmados, despiertos o activos nos sentimos.
“Además de estimular ese estado de vigilia”, dice Arroyave, “se ha demostrado que mejora el estado cognitivo de los pacientes, es decir, su capacidad de procesar información”. Esto explica, por ejemplo, por qué luego de una taza de café nos sentimos más productivos.
Sumado a estos beneficios demostrados por la ciencia, a la cafeína se le atribuyen otros efectos positivos.
En 1978, por ejemplo, un estudio sometió a nueve ciclistas a una prueba de esfuerzo para determinar los posibles efectos de la cafeína en su sistema una hora después de consumirla. Los atletas, que realizaron una prueba bajo los efectos de café descafeinado y luego otra después de haber consumido 330 mg de cafeína, calificaron aquella realizada bajo los efectos del compuesto como menos exigente.
Otro estudio, esta vez en 2002, encontró algo igualmente interesante. Un grupo de investigadores analizó la capacidad de la cafeína de mejorar las capacidades cognitivas de un grupo de soldados luego de que estos fueran privados de sueño y sujetos a distintas situaciones de estrés.
Después de dejar de dormir durante 72 horas, los soldados debían realizar pruebas que medían su tiempo de respuesta, memoria, punteria, estado de ánimo, y demás.
La investigación halló que aquellos que tomaron dosis de 200 o 300 mg de cafeína tuvieron mejores desempeños en las pruebas, aunque asuntos como la puntería no se vieron afectados.
Un mito popular dice que la cafeína, por su efecto vasodilatador, mejora el desempeño sexual. Arroyave descarta la creencia: “no hay evidencia real que apunte hacia eso”.
Como curiosidad médica, un estudio de 1984 registró que cuando un hombre consume cafeína parte de esta va a dar al semen. Permanece allí, en promedio, lo mismo que en el torrente sanguíneo: de tres a cinco horas.