Aunque comprar vivienda hoy puede representar un esfuerzo, por las dificultades económicas que atravesamos, existen varios mecanismos para lograrlo y algunos subsidios que se pueden aprovechar. Las entidades bancarias ofrecen dos alternativas: el crédito de vivienda y el leasing habitacional.
El primero consiste en un préstamo para la adquisición de vivienda nueva o usada, la construcción de una, o el mejoramiento de una ya existente utilizando como garantía de pago el inmueble financiado, mediante una hipoteca. Bajo esta modalidad las entidades financieras prestan hasta el 70 % del valor del inmueble si no es Vivienda de Interés Social (VIS) y hasta el 80 % si es VIS.
El leasing habitacional por su parte, opera mediante un contrato de arrendamiento financiero, en el que el cliente cancela una cuota inicial y paga las cuotas de su casa como si fuera un arriendo, dejando para el final parte del capital para pagarlo como opción de compra.
Cuando el cliente ejerce esa opción de adquisición, recibe el inmueble a título de compraventa por parte del banco, que deja de ser el dueño del inmueble. El monto a financiar a través de leasing puede ser mayor que en el de la hipoteca, lo que implica una cuota inicial menor, pero dependerá de una evaluación de la entidad financiera.
Aunque la vivienda esté a nombre del banco, el cliente debe cumplir con los pagos, responsabilidades o gastos derivados de la propiedad, tales como el impuesto predial o la valorización, si aplica.
Tanto para el crédito hipotecario como para el leasing habitacional, el valor de la primera cuota no puede superar el 30 % de los ingresos familiares.
Para Andrés Mora, jefe del Departamento de Finanzas de la Escuela de Economía y Finanzas de la Universidad Eafit, la diferencia entre ambos es que, en la mayoría de los casos, el leasing tiene una tasa de interés un poco más baja que el crédito. No obstante, no hay una alternativa mejor o peor, ambas pueden ser útiles según las necesidades de cada familia.