Desde al aire, Apartadó y sus cercanías son un tapiz de cultivos de banano que se extiende hasta donde alcanza la vista. Una vez el viajero sale del aeropuerto Antonio Roldán Betancur, y deja atrás la carretera con huecos que une ese terminal aéreo con la autopista, se familiariza con el olor de las tierras próximas al mar. En estas visitas relámpago, el paisaje y la gente son los elementos que dejan huella en el recuerdo del recién llegado. Ahí están la sensación de calor, la mirada perdida en las hojas de los árboles y la certeza de haber llegado a una confluencia de caminos, una en la que conviven los afros del litoral, los indígenas de la selva y los blancos provenientes de la parte andina. Aunque haga parte de Antioquia, esta subregión respira una cultura distinta, habita el espacio de una forma diferente.
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Esa primera impresión se confirmó a lo largo de las 26 actividades del Festival Vibra Urabá, organizado por Comfama. Y lo hizo tanto por lo que se ve en las tarimas –una muestra del talento de la región– como por el público que llegó hasta los escenarios dispuestos en el Parque de los Bomberos, la placa polideportiva Magnoil Ayala y la Biblioteca Pública Municipal Federico García Lorca. En dos días de programación el festival atrajo a más de 2.500 asistentes, que llegan de Apartadó, por supuesto, pero también de Chigorodó, Carepa, Turbó y Necoclí. Los conciertos de Zona Prieta y de Alma Negra rozaron las dimensiones de un show con cientos de personas. Otro de los atractivos para los locales y los foráneos fue la feria organizada con los productos de treinta y tres emprendedores de la zona.
La región en cifras
La subregión del Urabá antioqueño es una de las nueve divisiones administrativas del departamento de Antioquia. Según datos de la gobernación, tiene un territorio de 11.664 km² en el que viven 508.802 habitantes. Está compuesta por los municipios de Arboletes, Necoclí, San Juan de Urabá, San Pedro de Urabá, Apartadó, Carepa, Chigorodó, Mutatá, Turbo, Murindó y Vigía del Fuerte. Algunos estudios indican que es la tercera región que más aporta a la economía de Antioquia, sin embargo es también una con los mayores índices de pobreza.
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Las principales actividades económicas de Urabá incluyen la pesca, la ganadería, la agroindustria, la explotación maderera, la agricultura y el turismo. Esta diversidad económica refleja la riqueza natural de la región, contribuyendo significativamente al PIB de Antioquia. Todo esto será potenciado por la próxima apertura de Puerto Antioquia, que hará que el comercio de Urabá pase de dos a siete millones de toneladas de mercancía. No obstante, este sueño de paraíso también pone alerta a los pobladores de estos municipios, en particular con los temas relacionados con el cuidado del medio ambiente.
Frente a este panorama, Enilda Jiménez, directora Reserva Surikí y una de las invitadas al Festival Vibra Urabá, considera urgente que la región andina de Antioquia fije sus ojos en el Urabá y caiga en la cuenta que en dicha subregión hay un conjunto de saberes capaz de darle fuerza al progreso del departamento sin por eso caer en los extremos de la depredación ambiental y el desequilibrio natural. “A veces los andinos no se dan cuenta que nosotros también somos Antioquia, que Antioquia tiene también rostro negro e indígena”, dijo Enilda minutos antes del concierto de Zona Prieta.
La líder ambiental Enilda Jiménez cuenta una historia que revela a la perfección cual debería ser el trato con la naturaleza. Hace unos años un jaguar se comió cinco vacas de su reserva Surikí, ubicada en el Golfo de Urabá. A pesar de las presiones de sus hermanos y vecinos, Enilda no dejó que cazarán al depredador. Tomó una decisión en apariencia contraria a sus intereses: dejó que la naturaleza recompusiera sus tiempos y sus terrenos. Es decir, dejó que la naturaleza fuera. Con algo tan simple, volvieron las presas del jaguar y este no volvió a comerse las vacas de Enilda. “No hay que ser un doctor para saber que si uno le quita algo a la naturaleza ella lo tomará de nuevo”, dice Enilda.
Afroaerobics se titula la propuesta de baile y ejercicio que presentó el cantante y bailarín JC Caballero en la programación del Festival Vibra Urabá. El ejercicio mezcla los movimientos tradicionales de los aeróbicos con la cadencia y el ritmo de los tambores afro. “Quisimos meterle a los ejercicios la sabrosura de esta región, una de las más linda de Colombia”, dice Caballero. Al preguntársele por las posibilidades de hacer arte en el Urabá, Caballero dice que son muchas. “Uno camina por cualquier parte de acá y se encuentra con niños que bailan muy bien, con gente que hace buena música. El talento aquí se desborda”, dice. Él mismo es una muestra de esa prodigalidad: es bailarín, presentador y cantante.
Mayo Rivas Mosquera aprendió a cocinar siendo una niña. Le enseñó su madre. Ahora ella le enseña a su nieta los ingredientes, las recetas y los tiempos de preparación de los platos de su natal Chocó. Su experiencia en estos asuntos es tal que su restaurante en Turbo es conocido en Urabá por el sabor del sancocho de pescado. La gente lo llama el sancocho “sinvergüenza” porque ese es el apodo de uno de los hijo de Mayo, el que le ayuda en la administración del negocio. Más allá del asunto comercial, la historia de Mayo recuerda el valor de las tradiciones culinarias de las familias y la importancia de conservarlas en las mentes de las nuevas generaciones.