Usar excesivamente el celular y tener una adicción a las redes sociales tiene sus consecuencias. La facilidad con la que se accede a la información, la velocidad en la que recibimos un mensaje y logramos responderlo; los pocos segundos que se tarda una búsqueda en Google o en una red social modifica las conductas de las personas. Ya nadie quiere esperar.
La relación entre la adicción a las redes sociales y la toma de decisiones impulsivas es una de las consecuencias que dejó un estudio colombiano publicado en el diario científico Heliyon y liderado por el investigador Óscar Javier Robayo Pinzón, doctor en Ingeniería - Industria y Organizaciones de la Unal y docente de la Facultad de Administración de la Universidad del Rosario, y sus colegas Luz Alexandra Montoya Restrepo, Sandra Rojas-Berrío y el inglés Gordon R. Foxall.
“El estudio surgió porque nos llamó la atención el uso de las aplicaciones en los smartphones y la omnipresencia de estos dispositivos móviles en nuestras vidas. La tendencia a estar revisando las notificaciones y planteé la posibilidad de que el uso prolongado y frecuente a las redes sociales podría tener un efecto en el que las personas nos volviéramos más impulsivas, sobre todo impacientes”, explicó el investigador Robayo Pinzón.
Para el estudio se recopilaron 560 datos de 20 de jóvenes universitarios entre los 18 a 25 años, sobre las horas que pasaban en su celular únicamente en redes sociales y que reportaron durante 28 días. Además de eso, hubo un cuestionario basado en “pruebas de elección intertemporal” que permite identificar cuándo se toman este tipo de decisiones impulsivas.
Con los datos compilados se hizo un análisis y se obtuvieron 619 aplicaciones instaladas en los dispositivos con un promedio de 4,1 horas diarias de uso. En la revisión se encontró que WhatsApp fue la aplicación más usada con un 27,7 %, seguida de Instagram con un 14,7 %, YouTube con un 13,5 %, Facebook con 7,9 % y Chrome con 7,3 %.
A los participantes se les presentó una serie de preguntas progresivas en las que se incrementaba la magnitud de la recompensa para evaluar su comportamiento. Por ejemplo, se les planteó si preferían recibir 5.000 pesos de manera inmediata o esperar una semana o un mes para recibir 50.000 pesos, y así sucesivamente con diferentes valores y periodos de tiempo.
“Encontramos que las personas con mayor tiempo de uso en estas aplicaciones tienen una tendencia mayor de lo normal a ser impulsivas. Si tienen la opción de escoger una recompensa positiva agradable de entrega inmediata pero pequeña, la prefieren por encima de una que tarde más tiempo; como escoger 2.000 pesos ya a 50.000 pesos en un mes”, explicó.
Esto también se podría trasladar a decisiones cotidianas que van marcando la diferencia. Los jóvenes con adicción a las redes sociales demostraron ser más propensos a elegir sin pensar en las consecuencias, por ejemplo, asistir a una fiesta a pesar de que no duerman bien y al otro día tengan un examen en la universidad. “Se trata de elegir la recompensa inmediata”, agregó Robayo Pinzón.
Aunque en el estudio la impulsividad se estudió en torno a las recompensas inmediatas, el especialista no descarta que la impulsividad escale a otros escenarios como en las relaciones interpersonales. No fue lo que estudiaron, pero podría existir una posibilidad de tendencia a la impulsividad en general.
Las recompensas inmediatas
Paola Hincapié, directora de contenidos de la agencia El Grifo, explicó que las redes sociales tienen estrategias que producen una sensación de recompensa inmediata como las reacciones, los “Me gusta”, comentarios y notificaciones. Estímulos que el cerebro asocia a las recompensas, al generarse hormonas como la serotonina y dopamina, que son las del placer y la felicidad.
Pasamos a vivir en la época de lo inmediato. Hay poca tolerancia a la frustración y si se envía un mensaje en menos de un segundo, la respuesta debe ser igual de rápida. Piénselo así: antes, las personas debían esperar semanas para conocer la respuesta de una carta que enviaron. Ahora lo queremos todo rápido y esto genera una sensación positiva instantánea. “Es una sensación similar a la de una droga en microdosis cargadas de dopamina”, dijo el investigador.
Esto es más peligroso en los jóvenes que apenas están formando los circuitos de recompensa cerebral, pues podría haber cambios en la bioquímica natural del cerebro de cada uno de ellos.
Tiene que ver principalmente con el uso del celular
¿Sería diferente si la adicción fuese a la computadora o a la consola de videojuegos? La respuesta es sí. La adicción a las redes sociales aumenta por el acceso que los humanos tenemos de poderlas revisar cada que queramos en el celular.
De hecho, existe el fenómeno Fear of Missing Out, conocido también como Fomo: es una patología psicológica en la que todo el tiempo queremos estar conectados, por miedo a a perdernos de algo.
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“Es el miedo y la ansiedad que se producen por pensamientos como: qué está pasando en mis redes, quiénes me estarán escribiendo, qué estarán publicando. Una clara señal de una dependencia a las redes sociales”, detalló.
El celular les brinda a los jóvenes microdosis de dopamina al cerebro, pequeñas descargas de satisfacción y entretenimiento. Lo pueden chequear todo el tiempo, si no hay restricción de sus padres. Por eso, el especialista hace el llamado de controlar los dispositivos móviles, principalmente en niños menores de 12 años.
Por último, Óscar Javier relató que en esta y otra investigación, encontró que para las personas el tiempo que pasan en redes sociales es muy valioso. Solo lo cambiarían por algo que realmente sea muy beneficioso. Por ejemplo, si les piden que no revisen el celular durante un día, solo están dispuestos a hacerlo por una cantidad de dinero significativa y si aumentan las horas de restricción, debe aumentar el valor económico.
Y usted, ¿qué tanto dinero tendría que recibir para pasar sin su celular y sin redes sociales durante todo un día?
