Asia es una poderosa máquina de producción cultural que ha marcado varias generaciones de América. Unos crecieron frente al televisor viendo los dramas coreanos y las animaciones japonesas, mientras que otros pasaron horas jugando con el Nintendo que aterrizó en esta parte del mundo en los años 80. Los populares walkman y audífonos también fueron furor: era la posibilidad de llevar música a todos lados. La ola cultural de Oriente en Occidente crece, no para, lo más reciente es el K-pop (Korean Pop): el género musical que conquista el mundo.
Y es que esta industria no es nueva: surgió en Corea del Sur hace 30 años con la interpretación del sencillo Nan Arayo del grupo Seo Taiji and Boys en un programa de talentos en televisión. Mezcla rap, hip hop, electrónica, baladas y blues. Es un mix de sonidos que incluye músicas tradicionales como el Hanguk Eumak y palabras en inglés. Es un conjunto de adaptaciones. O un estilo musical.
Fue popular en Corea, luego en Tailandia y Taiwán. En 2010 llegó con fuerza a otros continentes incluido América. Una de las primeras canciones que se conocieron en Occidente fue Gangnam Style de PSY. Según YouTube, es uno de los videos más vistos en la plataforma a nivel global: registra más de 4.000 millones de visualizaciones. Fue el arranque de lo que hoy es esta música en el mundo.
“En Corea del Sur no solo se intenta comercializar un producto, sino también vender al país que es tan pequeño en cuanto a consumidores, es limitado, tiene 50 millones de habitantes, entonces han construido productos que sean vendibles en otros lugares y por eso apareció el K-pop que está enlazado de manera muy orgánica con los K-dramas, las series de televisión donde se escucha esta música”, señala Mario Cárdenas, editor y redactor de Revista Blast.
Describe el K-pop como “una colonización cultural donde las producciones son casi que impecables”, los rostros de los personajes son nítidos y su gran atractivo además del sonido es lo visual. “La industria coreana ha entendido el momento que estamos viviendo para crear un contenido que sea aceptado en cualquier parte, es una maquinaria muy bien aceitada donde se juega con el deseo”.
Estos grupos (integrados hasta por ocho artistas) son diseñados por agencias de entretenimiento. A los conformados únicamente por hombres se les llama “boybands” y en los que hay solo mujeres “girlbands”. Estos jóvenes captan la atención porque “se parecen a los personajes de anime que se consumían en los años 90, con géneros fluidos y colores más pastel”.
Han nacido “grandes ejércitos de fans” y América no es la excepción. YouTube informa que Blackpink (“girlbands”) es uno de los canales de este género musical con mayor número de suscriptores y en los últimos 12 meses Brasil es el cuarto país a nivel mundial donde más han visto los videos de esta agrupación: 680 millones de visualizaciones. En el ranking también aparecen Estados Unidos (6), México (8), Perú (13) y Argentina (15). Colombia está en el puesto 16 con 133 millones de visualizaciones.
Sobre las “boybands”, uno de los canales con mayor número de suscriptores es BTS. En el continente, los países que más han visto sus videos (en los últimos 12 meses a nivel global) son: Estados Unidos (3), México (5), Brasil (6), Perú (12) y Argentina (14). Fueron portada de la revista Time el año pasado y estuvieron nominados en los Premios Grammy 2021 en la categoría de mejor actuación de un dúo o grupo pop. “En la pandemia esta banda se popularizó y se convirtió en la más importante (no solo de K-pop) en todo el mundo”, indica el periodista Cárdenas.
Cultura audiovisual
El K-pop coreano no es la única manifestación cultural asiática que ha permeado al público americano. Desde finales de los años 80 Japón ha sido un exportador de producciones de televisión que en Occidente son transmitidas tanto por los canales públicos como los privados.
“Tuvimos un desembarco cultural muy fuerte sobre todo con las animaciones de televisión que son adaptaciones de manga, se empezó a consumir mucho productos populares como Dragon Ball o películas del Studio Ghibli (un estudio de animación) donde trabaja Hayao Miyazaki”, añade Cárdenas.
Destaca que además de generar una ola comercial se han convertido en una manera de mostrar las costumbres culturales de esta parte de Asia, por ejemplo, los modos de vestir de la gente. También fue un trampolín para conformar grupos de fanáticos y coleccionistas alrededor del mundo.
“Japón tuvo una política de darse a conocer a partir de las caricaturas y las mangas, una forma de acercarse a los países occidentales, fue un componente cultural creado con la idea de inspirar a otros”, explica Catherine Márquez, directora del Instituto Confucio de Medellín.
Algunas producciones de esa época son La abeja Maya, El rey Arturo, Los cuentos de los hermanos Grimm (no son japoneses, pero sí fueron animados en este país), Mazinger Z, entre otros. “Las bandas sonoras de los anime empezaron a ser motivos de reconocimiento de esta cultura, de ahí que hayamos crecido tarareando el intro de Los caballeros del Zodiaco o de Sailor Moon”.
Hecho en Asia
La influencia de la moda de origen asiático comenzó hace 300 años antes de la era cristiana con la Ruta de la Seda. “Era uno de los productos más comercializados, los principales consumidores de la seda eran el imperio Romano, fue un textil de carácter netamente chino que permeó la forma de vestir en Occidente”.
A principios del siglo XX aparece un estilo con influencias japonesas llamado Japandi que estuvo presente en la moda, la decoración y la arquitectura. “Se veían personas vestidas con diseños parecidos a los kimonos y con abanicos, dentro de las casas se utilizaba elementos como el bambú y el papel de colgadura (con motivos como lagos o pagodas) para decorar”.
Y hay más: la industria textil de Japón. En la década del 80 esta empezó a tener reconocimiento y surgieron diseñadores como Kenso Takada, Issey Miyake y Rei Kawakubo, quienes se popularizaron en Occidente. “Ellos reinventaron la moda tradicional y la llevaron a la alta costura”.
Otra costumbre asiática adoptada en América ha sido la gastronomía. “Estamos consumiendo más comida de esos países, hay un boom de los restaurantes de sushi que es de origen japonés, para la gente en Occidente es una novedad comer con los palitos, lo que se está viendo es un cambio en el paradigma cultural”.
“Todos estos elementos han venido calando lentamente porque las personas aquí cada vez han buscado tener una mayor armonía en su vida y siempre se ha pensado que esa filosofía de tranquilidad y paz tiene que ver con la cultura asiática, es una búsqueda de una forma de vida un poco más lenta y consciente”.
Un ejemplo de esto es ver en las casas latinoamericanas cuadros y figuras con la imagen de un Buda (sin ser budistas) o el gatico dorado que mueve la mano “para atraer la buena suerte”.
Márquez destaca que los gobiernos de Japón, Corea y China “están cada vez invirtiendo más para darse a conocer, por eso es que hoy encontramos más documentales de estos países en canales internacionales con el fin de que se conozcan sus culturas”.
Y las letras
El periodista Santiago Villa (fue corresponsal en China cuatro años) dice que aunque en Occidente no existe “una cultura de leer literatura asiática”, sí hay autores contemporáneos “muy contados” como los japoneses Haruki Murakami y Banana Yoshimoto que han conquistado a lectores americanos.
“Que peguen en Occidente no es una coincidencia, ellos hacen una literatura que ya saben que puede gustar más aquí, reducen la cantidad de referencias culturales o su propia tradición para que se conecte más y eso los hace más digeribles”. Un ejemplo de esto es cuando el autor Murakami utiliza referentes occidentales como la banda de rock inglesa Los Beatles.
Agrega que el mercadeo editorial ha jugado un papel importante en el acercamiento a la literatura de origen oriental. “Con publicidad hacen que nosotros nos interesemos más por ellos, son características planeadas para que los consumamos”.
Villa señala que dentro de la literatura china existe una que es “emocionalmente más intensa y que lidia con el trauma de la revolución cultural, es escrita en inglés, no en chino, por autores que emigraron a Estados Unidos”. Esta es la que más se ha popularizado en América. Sobre la japonesa: “Es sutil, reflexiva y observadora, menos centrada en la acción y más en la preservación de los momentos, en dibujar escenas”.
“En la actualidad se están vendiendo más literatura asiática porque existen más traductores, la distribución es más fácil, hay más conexión entre los autores japoneses y las editoriales de habla hispana, hay más gente comprando libros comparándolo con hace 50 años”.
Un panorama, que se queda corto, una mirada sobre las influencias asiáticas de países como China, Corea del Sur y Japón en Occidente. Son estilos de vida que han permeado históricamente a esta parte del planeta. Es un hecho que lo que comenzó como unas modas orientales de entretenimiento exportadas e impuestas en los años 80 y 90 ya se quedaron