Cuando tenía 6 meses de nacida, María Antonia Amundarain Álvarez, conocida en redes sociales como “SuperToña, la niña científica”, se sometió a una gran prueba: fue operada a corazón abierto para corregir un defecto congénito. En la actualidad es bastante enérgica y pilosa.
Tiene 7 años y va para tercero de primaria en el Colegio San Carlos. A los 3 sus padres Erika Álvarez, ingeniera de procesos, y Rómulo Amundarain, ingeniero de sistemas, le descubrieron el gusto y la curiosidad por la ciencia y los planetas. Hacer experimentos es lo que más la divierte. En su cuarto hay colgado un sistema solar en papel y la puerta está llena de planetas.
Tiene un traje de astronauta y un casco con los que se proyecta, lo que quiere hacer en la vida. Cada vez que los ve se motiva más seguir soñando: cuando sea grande quiere ser astronauta o ingeniera. “Cuando me pongo el traje me imagino que viajo al espacio, sueño con ir a la Nasa donde hacen las pruebas para ir al espacio, quiero estar en un cohete”, dice.
Para cumplir esa meta ya se prepara: los viernes asiste a clases de inglés en el Colombo Americano y está aprendiendo robótica en el instituto NovaRobot donde todos los martes le enseñan, entre otros temas, sobre circuitos electrónicos.
La lámpara de lava, volcanes y el globo que se infla solo fueron los primeros experimentos que se atrevió a hacer con ayuda de mamá. El mes pasado SuperToña recibió un reconocimiento por parte de la Fundación She Is en Cartagena por la labor que viene haciendo con sus contenidos desde hace un año y medio, y en los que muestra ensayos científicos básicos utilizando materiales fáciles de conseguir.
“En el volcán de emociones mezclo bicarbonato de sodio y vinagre blanco, con esto se provoca una explosión química, con la tinta según el color también enseñó las emociones, si es azul de tristeza o amarillo de felicidad”.
También visita colegios del Valle de Aburrá para llevar ese mensaje: que la ciencia es atractiva. A propósito, el próximo lunes 19 de diciembre visitará la Comuna 13 de Medellín para acercar a los niños de este sector a las áreas de la ciencia y la tecnología. “Para que la ciencia no me parezca difícil lo que hago es practicar y practicar mucho”, dice.
En Instagram a SúperToña la siguen 7 mil seguidores y en YouTube está próxima a superar los 1.500 suscriptores. Es bastante autónoma, cuenta su mamá. En un día normal se levanta, tiende la cama, pero doña Erika le ayuda “con la cobija grande”, luego desayuna: los huevos con tostadas y chocolate con leche es su comida favorita.
“La respuesta de la gente ha sido muy positiva, todo comenzó como un juego de una mamá y una hija, no sabía cómo ocuparla en las tardes”, cuenta Álvarez.
María Antonia se caracteriza por sus habilidades: aprendió a dividir y multiplicar a los 5 años utilizando la pizza. Y acaba de culminar primero y segundo de primaria: hizo dos grados en el mismo año. Toda una científica en potencia.