A Carlos Magdalena lo conocen como el “Mesías de las plantas”. Se ganó ese apodo porque cumple con una misión que parece apoteósica para estos tiempos: salva especies de la extinción.
Lo ha hecho durante casi dos décadas en el Jardín Botánico de Kew en Inglaterra. Su estudio detallado y persistente le permitió salvar una planta conocida como Ramosmania rodriguesii, que solo tuvo un ejemplar vivo durante más de 20 años y con el que, después de mucho tiempo de observación, pudo conseguir que existieran otras plantas hembra y macho de esa especie.
También pudo entender, después de mucha observación, cómo funcionaba el ciclo reproductivo de nenúfares como la Victoria amazónica, una planta acuática suramericana.
Pero más que un profeta, Magdalena piensa que es una especie de Peter Pan. No vuela, envejece como todos, pero se siente como un niño eternamente fascinado por la naturaleza, atrapado en una etapa de la que nunca salió. Por eso hace todo lo posible por cuidarla, incluso en escenarios en los que parece algo cada vez más complejo.
Una lucha con convicción
“Esta es una batalla perdida que tengo pensado ganar”, cuenta con calma. Es curioso como incluso estando rodeado por otros científicos, a veces le hacen creer que sus esfuerzos por intentar defender la naturaleza son inútiles.
“Carlos, olvídate. Esto ya no lo arregla nadie”, le dijo uno de ellos. Magdalena sabe que no es sencillo, mucho más con gobiernos que intentan convencer a sus pueblos de que lo que se habla del calentamiento global no es más que fake news (noticias falsas).
“Me niego a aceptar que esto no puede cambiar, el tema es cómo: ¿de qué manera galvanizas a todas las culturas para que se den cuenta de que es muy triste que exista la tecnología, el conocimiento y los recursos para que pueda existir un mundo mejor y sin embargo no lo hacemos?”, reflexiona.
Magdalena está convencido de que lo más importante, además de toda clase de prácticas personales es compartir el conocimiento sobre la naturaleza. Esa es su clave.
“Tú no puedes proteger algo que no sabes que existe y que no entiendes –cuenta el asturiano–. Cuando conoces es como si antes fueras ciego y ahora vieras. Por eso una de las partes más importantes es la divulgación, porque cuando conoces aprecias”.
Aunque no es un problema propiamente político, las normativas o falta de ellas están contribuyendo a matar más y más especies. “Por eso podrías inspirarte en la naturaleza para hacer política. Por ejemplo, los pájaros no tienen fronteras ni aduanas ni controles de inmigración”.
Su siguiente proyecto es investigar de cerca a las Podostemaceae, plantas que crecen en ríos de aguas rápidas y que nadie cultiva, nacen del movimiento constante que lleva sus semillas en el agua. Son como aquellas plantas rojas que habitan en Caño Cristales. Unas 50 variaciones de esa familia se han extinguido y ya le han dicho que no podrá cultivarlas... quizá por eso este nuevo reto le encanta.