¿Volvió a vivir? ¿Revivió de entre los muertos? ¿O, tal vez, nunca se fue? Esta semana se confirmó una noticia que se esperaba desde 2019: la tortuga Fernanda que encontraron en la isla Fernandina de Galápagos ese mismo año sí pertenece a la especie Chelonoidis phantasticus, una que se creía extinta desde hace más de un siglo.
Fernanda, una hembra, es la segunda tortuga que se encuentra en ese lugar desde un macho que recogieron en 1906 y que ahora se encuentra disecado en un museo. Son los únicos ejemplares hasta ahora encontrados de la especie. Fue un estudio de secuenciación de genomas el que permitió comparar ambos especímenes y determinar que sí se trata de la misma especie. Los resultados fueron publicados en la revista Communications Biology de Nature.
La buena noticia: hay razones para creer que este ejemplar no es el único. Han hallado heces y huellas de tortuga que dan pistas y llevan a los científicos a pensar que podría haber allí una pequeña población. También el hecho de que Fernanda es joven, tiene apenas 50 años, por lo que no pudo estar presente hace 116 años, cuando encontraron al macho. Se estima que pueden vivir hasta dos siglos.
¿Por qué no se explora la isla? ¿Qué hacía pensar que estaba extinta? Estas respuestas y otras más son las que reveló apenas Nature, porque ya desde mayo de 2021 se sabía que eran la misma especie.
¿Qué se sabe del ejemplar?
La Chelonoidis phantasticus se conoce como “La tortuga gigante fantástica” y es morfológicamente diferente a las demás de las Galápagos. Tiene un caparazón redondeado que parece una silla de montar a caballo y que en los extremos se ensancha y se arquea hacia arriba que, se cree, se modificó mediante evolución para levantar más el cuello y poder alcanzar comida. “Es diferente a cualquier otra tortuga observada hasta ahora en Galápagos, o en otras partes del planeta”, dicen los investigadores en la publicación.
Además, es diferente en su ADN. Se realizó un análisis en 1.682 pares de bases de ADN mitocondrial y se encontró que hay diferencia secuencial de 1,8 % con respecto a otras especies de tortugas de Galápagos. Lo que sí lograron determinar es que la especie de Fernanda es hermana de otra especie de la isla Santa Cruz, la C. porteri.
Se sabe poco y no se ha podido explorar más la isla porque está ubicada en un volcán activo, por lo que tiene amplias regiones de lava que impiden el acceso a la parte interior.
Esto ya ha pasado en otras partes del mundo con otros animales y menos dificultades, explica Ana María Sánchez Zapata, bióloga del Parque de la Conservación de Medellín. En Antioquia, por ejemplo, ocurrió similar con el gorrión montés paisa, Atlapetes blancae, que se había descubierto en 1970 a través de especímenes de museo y se creía extinta pues no se había detectado en hábitats natural, pero fue redescubierta en 2018 por investigadores en el municipio de San Pedro de los Milagros.
Esto es lo que se ha confirmado sobre este caso.
El paso a paso del descubrimiento
En 1906 el explorador Rollo Howard Beck estaba realizando una expedición de la Academia de Ciencias de California por las islas Galápagos cuando se encontró con el primer espécimen C. phantasticus.
En 1964 se encontraron y reportaron 18 excrementos que se atribuyeron a tortugas ubicadas en la misma zona, las laderas occidentales de la isla, por lo que se creyó que eran de la misma especie. En 2000 observaron 17 heces y en 2014 una, todas desde el aire en aviones. En ese entonces, no encontraron ningún otro ejemplar que confirmara la teoría.
En febrero de 2019 finalmente ocurrió. Se trató de una hembra adulta de 50 años encontrada en una región aislada, separada del área principal de la isla por vegetación y varios flujos de lava. Fue confirmada el 25 de mayo de 2021, dos años después, por el Ministerio de Ambiente y Agua de Ecuador como miembro de la misma especie, después de que científicos de la Universidad de Yale realizaran la comparación genética.
Aunque en ese 2021 se dieron a conocer los datos preliminares de la investigación, solo hasta el 9 de junio de este año se publicó el estudio oficial en la revista Communications Biology, del grupo Nature.
Había muchas dudas
100 años sin respuestas, sin más evidencia que unas cuantas heces, tenían a los científicos pensando en otras razones para la presencia de ese macho en la isla. Creían, incluso, que ese espécimen de 1906 había sido trasplantado a su ubicación porque era el único de su tipo.
Ahora que han encontrado otra, y a pesar de la dificultad para la exploración y el acceso a la isla, buscarán más ejemplares para poder darle continuidad a la especie y asegurar su conservación.
Aunque, al inicio, no creían que Fernanda era la misma especie porque no tenía ese amplio ensanchamiento de espalda que sí tenía el macho, y porque no era tan “gigante”. Se cree que esto se debe a un retraso en el crecimiento que distorsionó sus características morfológicas.
¿Cómo llegó a la isla Fernandina? Sospechaban que fueron trasladadas por huracanes o grandes tormentas, o por pescadores y marineros que hace muchos años movían tortugas entre islas, “lo que ha resultado en grupos de tortugas con ascendencia mixta en la cercana isla Isabela”, poniendo en duda su pureza.
¿Cómo se determinó que sí era?
Los investigadores secuenciaron el genoma completo de Fernanda y lo compararon con el ADN del ejemplar disecado. También compararon esos dos genomas con muestras de otras 13 especies de tortugas de Galápagos (12 vivas y una extinta, la C. abingdonii). Explicó Gaughran, investigador postdoctoral en Ecología y biología Evolutiva en la Universidad de Princeton y coautor del nuevo estudio, en un comunicado de Yale, que lo que determinaron fue que la tortuga encontrada en la isla Fernandina en 2019 pertenece al mismo linaje genético que el espécimen histórico de C. phantasticus y que ambos son distintos genéticamente de otras especies del archipiélago.
Ahora Fernanda está en el Centro de Tortugas del Parque Nacional Galápagos y se cree que habrá buenas posibilidades de recuperación de la especie en caso de encontrar otros ejemplares porque, a pesar de ser los únicos individuos conocidos de su especie, muestran gran diversidad genómica entre ellos, lo que es extraño pues “las especies raras reducidas a unos pocos individuos suelen mostrar una baja diversidad genómica como consecuencia de población pequeña”.