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Comprender lo que lee, tan clave como saber sumar

  • Esta habilidad, tan importante en cualquier ámbito, no se desarrolla con tareas obligatorias. Hay otros caminos. FOTO SHUTTERSTOCK
    Esta habilidad, tan importante en cualquier ámbito, no se desarrolla con tareas obligatorias. Hay otros caminos. FOTO SHUTTERSTOCK
08 de marzo de 2020
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A Yadira Jiménez le tocó leer en el colegio El cantar de Mio Cid y fue “una tortura por lo largo”. Ese mismo libro, de escritor anónimo, lo recuerdan con malestar en la época escolar Isabel Villegas, Claudia Moreno, Indhira Turpin y Viviana Escorcia. Para Alejandro Castillo fue Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar, “tenía apenas 16 años y no lo entendí”. Para Jenny Grajales los ejercicios de comprensión de lectura con textos como Ilíada de Homero y La Metamorfosis de Franz Kafka fueron un tormento. “No era el momento para esos libros, era una adolescente”.

¿Recuerda ese texto que le tocó leer y con el que no se conectó? La mayoría de estudiantes tiene una historia de este tipo, impuesta, sobre una obra a la que además había que hacerle un informe. Como narra Camilo Ceballos, ingeniero mecánico y profesor de ciencias básicas y prospectiva en el Ceipa, en ocasiones eran exámenes de memoria. “En mi caso generó fastidio. Con los años entendí que es mejor leer para disfrutar e imaginar, que para responder un examen”.

Sonia López Franco, doctora en humanidades y coordinadora del Centro de Estudios de Lectura y Escritura de la Universidad Eafit, Celee, comenta que un estudiante rechaza los libros porque “no se acerca a ellos por pasión, sino para una tarea”.

El Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas en cuanto a su aprendizaje, enseñanza y evaluación (ver anécdota) define la comprensión de lectura como esas actividades en las que “el usuario- lector recibe y procesa como información de entrada textos escritos producidos por uno o más autores”.

Para la vida misma

Adriana Arroyave, licenciada en español y literatura de la Universidad de Antioquia con maestría en Estudios Humanísticos, precisa que leer va mucho más allá de enfrentarse a un código escrito, “este proceso lo que hace es transformarte la vida, te ayuda a cambiar el observador y a tomar una decisión determinada en un momento. Eso es lo que pasa con la lectura (de lo que sea) y su proceso de interpretación”.

Hay muchas formas de leer, según afirma Adriana Vieira, licenciada en literatura con maestría en gestión cultural. “Alguien puede hacerlo de manera operativa, es decir, descifrando los signos, sin embargo la comprensiva, implica que exista una descodificación del significado”.

López añade que en definitiva la comprensión de lectura es una práctica social, “leemos el periódico y desechamos información, escribimos una cosa y desechamos otra o la profundizamos, esa es una práctica reflexiva cotidiana”.

Y ahí López vuelve al Marco Común Europeo de Referencia: “Nos dice cómo enseñar a leer y a escribir y no es justamente desde la literatura sino desde la cotidianidad, como práctica social”. Entenderlo así significa saber “qué estoy haciendo yo cuando escribo, estoy transformando un pensamiento, estoy persuadiendo. Qué estoy haciendo cuando leo, me estoy transformando, estoy aceptando o rechazando algo”.

Añade que la mejor forma de acercarse a un texto es con consciencia lingüística, “es saber para qué me sirve la lengua, para aprender, analizar, interpretar, resolver un problema, narrar o preguntar y cuando se entiende eso, puedo acercarme a un libro de ciencia ficción y hasta de física”. Es hacer que el escrito sea del tema que sea, se vuelva útil, “y eso también lo dice el marco común europeo, si es así, la lectura y la escritura sirven para todo”.

La maestra Arroyave considera clave la manera en como se le permite al estudiante que se acerque a un texto. Pérez agrega que el uso pedagógico que le den los profesores a la lectura influye. “Muchas veces se privilegian aspectos como la memorización y yo defiendo que para tener una postura crítica no basta solo con descifrar un texto si no también argumentarlo”.

Que haya varias posiciones es enriquecedor para la comprensión de un escrito. La licenciada Arroyave detalla que se comprende de manera particular, “para un texto literario puedes sacar personajes principales, secundarios, la tesis o la trama y a eso le anteceden o suceden otro tipo de situaciones que inmediatamente la persona que lee empieza a relacionar con su historia de vida o con la de un cercano”.

Agrega Vieira que, por ejemplo, con el libro El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, algunos recibirán el mensaje de Don Quijote y Sancho como dos personas en busca de aventuras, “mientras que otros se preguntarán si el hidalgo es un loco o el único ser de su sociedad capaz de conocer profundamente su tiempo”.

Sirve para todo

Procesar palabras y datos no aplica solo para textos literarios. Diego Pérez, licenciado en matemáticas de la Universidad de Antioquia, magíster en educación de dicha materia y profesor del área de ciencias básicas y prospectiva del Ceipa, comenta cómo la comprensión de lectura es fundamental, “no solo para los asuntos relacionados con las ciencias sociales sino para las ciencias exactas, todo se reduce a un asunto de interpretar el contexto, extraer la información y usar las herramientas que se tengan para dar solución al problema y después entender lo que se encontró tanto matemática como contextualmente”.

Detalla que cuando se les plantea un problema matemático a los estudiantes no saben qué hacer y él siempre les dice lo mismo: “No es que usted no sepa hacer la operación, la dificultad es leer, extraer los datos del problema, entender la información que se está dando y la que se está pidiendo” (ver ejemplo en el recuadro).

Y Ceballos añade que un buen ejercicio de interpretación de lo leído le puede ayudar a los estudiantes a interpretar una situación real y traducirla a una numérica.

López insiste en que dicha comprensión le sirve a cualquier humano para “profundizar el conocimiento, saber cada uso que se hace en la sociedad de las palabras y qué efecto tienen (...). La gente cree que saber gramática es saber el pluscuamperfecto, el pretérito indefinido y no, es buscarle la función discursiva a la lengua, que es en definitiva el efecto en el otro, la transformación en el otro, la construcción de sentido”.

El ingeniero Ceballos añade que cuando la gente lee da por sentado que conoce todas las palabras y no es así, “pueden hasta crearse ideas que no son y cambia el significado de lo que un autor, por ejemplo, quería trasmitir”. ¿Sabe usted que es escarapelar?

Por eso recomienda que si se va a acercar a algún texto literario en español u otro idioma, no dude en tener un diccionario a la mano para ayudar a que su entendimiento se dé de la mejor manera.

En la academia

El matemático Pérez siente que a los estudiantes les hace falta acercarse a la literatura, y la escuela aunque hace esfuerzos grandes, lo sigue presentando como obligatorio.

Anota López que una estrategia para los maestros es no dar por sentado una teoría sino dar un caso específico y esperar a que el estudiante genere la duda. “Si en él no se instala una pregunta hay que hacer lo posible para que la haga y eso no se logra con clases magistrales, con verdades absolutas ni con teorías frías. Es una mediación didáctica que ayuda a que el profesor sea parte de la clase, no un personaje superior protagonista sino un par que favorezca la conversación”.

Para incentivar la comprensión de lectura recomienda buscar temas que generen discusión: la biodiversidad, el cambio climático, por mencionar algunos. Y el profesor Pérez considera vital identificar los gustos de los estudiantes, “no debería ser por imposición, hay que entender que tienen diversas formas de acercarse al conocimiento, unos son más auditivos, otros más visuales, otros cinestésicos”.

Concluye Arroyave que para todos esos estudiantes que tuvieron una mala experiencia con esos libros obligados se puede hablar desde otro lugar, “ver el Mio Cid, la Ilíada o la Odisea como cantos absolutamente románticos, heroicos. Quizás así más de uno volvería a esos libros”. ¿Se anima a regresar a ellos, a darles una oportunidad, a comprenderlos?.

6,8
libros al año lee una persona en Medellín: Encuesta Nacional de Lectura 2017.
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