Como una de muchas herramientas de autocuidado, el autoexamen de seno, aunque no está directamente relacionado con la reducción de muertes o casos graves de la enfermedad, es una de las tantas prácticas necesarias para recibir atención oportuna. De acuerdo con información de Mayo Clinic, el primer síntoma de alerta que referencian algunas mujeres diagnosticadas con cáncer de mama es la identificación de un cambio o bulto en uno de sus senos, percibido gracias al autoexamen o la palpación cotidiana durante el baño, por ejemplo.
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“No hay evidencia científica suficiente que nos diga que el autoexamen impacta en la disminución de casos. Lo que sí salva a las mujeres es tener un sistema para la tamización muy organizado, además de conocer la estructura anatómica de sus senos para que sepan notar alguna anormalidad y consulten. Sin embargo, no hay que dejar en sus manos toda la responsabilidad. La mamografía es clave”, señala María Cecilia Agudelo, docente e investigadora del Grupo Infección y Cáncer de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.
Lo importante entonces es no sobrestimar los beneficios del autoexamen (aunque es mejor hacerlo), pues este no sustituye, bajo ninguna circunstancia, una mamografía hecha por un profesional.
El tamizaje oportuno
Las mujeres mayores de 50 años sintomáticas (con signos o cambios en sus senos), asintomáticas, o las más jóvenes con síntomas, deben exigir en su EPS la realización de una mamografía cada uno o dos años, según lo determine el médico. Este examen consiste en una radiografía que busca cambios en el tejido mamario, concentraciones de calcio o masas difíciles de encontrar con el tacto.
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“Por eso decimos que debemos enfocarnos en los datos y en lo que realmente le cambia la vida a la gente. Es identificar quiénes tienen más riesgo (pacientes con antecedentes familiares o con mutaciones genéticas) y en que se concentren las fuerzas en la mamografía. Las dos cosas deben funcionar (autoexamen y tamizaje)”.
Así mismo, está la ecografía mamaria que es indicada para mujeres jóvenes, con mayor densidad de los pechos o con implantes de senos, agrega Carlos Lehmann Mosquera, cirujano de mama y tumores de tejidos blandos de la Clínica del Country (Bogotá): “Es un estudio complementario a la mamografía, que es la principal herramienta para el diagnóstico precoz de cáncer en mujeres asintomáticas y con antecedentes familiares”.
Otros factores
No hay forma de prevenir de manera absoluta la aparición del cáncer de mama. Sin embargo, existen medidas que pueden disminuir el riesgo en un 30 %. Algunos factores que aumentan la probabilidad de sufrir la enfermedad son no haber tenido hijos y el consumo de hormonas (como método de planificación o remplazo hormonal y la obesidad. Sin embargo, “no significa que una mujer con hijos no pueda desarrollar cáncer, es solo que tiene menos probabilidades”, apunta la docente Agudelo.
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Teniendo esto en cuenta, coinciden los expertos, algunas de las medidas preventivas que deben llevarse a cabo son hacer ejercicio físico (mínimo 30 minutos de 3 a 4 veces por semana), controlar el peso (evitar la obesidad), alimentarse de forma balanceada (reducir la ingesta de alcohol y consumir frutas y verduras), evitar el uso de hormonas y dejar de fumar.
Agudelo enfatiza en el papel del Gobierno y el fortalecimiento del sistema de salud. Es bien sabido que las mujeres que viven en condiciones de vulnerabilidad tienen menos oportunidades de sobrevivir a la enfermedad, no reciben un diagnóstico oportuno ni pueden adoptar estilos de vida saludables.