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Alejandro Riaño se cansó de Twitter y del bullying de la gente, ¿qué pasó con su cuenta?

Alejandro Riaño, como otras personalidades, decidió tomarse un respiro de Twitter. A muchos, incluso sin tanto reconocimiento, les pasa.

  • Alejarse de las redes puede ser una forma de combatir los malos comentarios, el estrés y el cansancio que produce su uso constante y casi obligatorio. Muchos artistas lo hacen. FOTO Colprensa
    Alejarse de las redes puede ser una forma de combatir los malos comentarios, el estrés y el cansancio que produce su uso constante y casi obligatorio. Muchos artistas lo hacen. FOTO Colprensa
31 de marzo de 2022
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Alejandro Riaño está mamado. Ya no aguanta más. En la mañana de ayer publicó en su cuenta de Twitter un total de 11 tuits que lo demuestran y en los que anunció que cerraría su cuenta. “Estoy asqueado de las redes, de los medios, son muchas cosas juntas, las elecciones, mi separación”, dijo a EL COLOMBIANO.

A Riaño le pasó lo que le pasa a miles de usuarios, a famosos y no famosos: se desdibujaron los límites que separaban su vida laboral de su vida privada, todo lo íntimo se volvió público y no encontró mejor respuesta que el desahogo y lo que algunos llamaron “una huída”.

La respuesta de Riaño es común y tiene una razón de ser. Le explicamos.

No era Juanpis González

Riaño ha sido tendencia en Twitter de forma repetitiva en las últimas semana por sus comentarios hacia Polo Polo, por su reciente separación, por algunas opiniones de su personaje de comedia política, Juanpis González.

El comediante, que ya le había contado hace un par de años a EL COLOMBIANO que él mismo odiaba a su propio personaje por sus posturas políticas, ha sido atacado y criticado por su álter ego y, como él dice, no todos entienden que es un personaje y lo atacan a él: “Qué cansancio de guerra. De odio. Con mi personaje quería representar todo lo que está mal en la vida. El machismo. El clasismo. La xenofobia. La homofobia. Y creo que no estamos preparados para entender cosas tan básicas para sanar. Estamos muy mal”. Por eso, antes de irse de Twitter, le pidió a sus usuarios que “sean bonitos, no como la mierda de Juanpis. No más Juanpis, más humanidad”.

Se mamó, aunque todavía está activo en Instagram. Y es que Twitter e Instagram son dos lugares diferentes. El primero es más de debate, de pelea, el segundo es más de enseñarse, de alagar o criticar. Entonces en Twitter, donde casi no hay fotos ni dolientes y es más fácil ocultarse detrás de una pantalla es donde están la mayoría de los insultos.

Paula Andrea Tamayo Castaño, psicóloga magíster en Comunicación Política, explica que en las redes sociales las relaciones son impersonales que facilitan la despersonalización o deshumanización del otro, “porque lo ves con el perfil que el otro decide mostrar y no en su humanidad plena. Al perder contacto físico, las personas se sienten más autorizadas para hablar de manera despectiva, sin medirse o controlarse o tener pudor frente al dolor del otro, y por eso hay ciberbullying y ciberacoso”.

Es probable que de frente muchos de los bullies no se atrevieran a decirle, a la cara, los mismos insultos con los que lo han atacado en Twitter.

Se vale cansarse

“Me cansé de explicarlo. Perdón el momento, pero se vale estar roto y abandonar esta cloaca de mierda. La felicidad de unos está en ganarle al mamerto o al que piensa distinto y no trabajar por quienes nos necesitan. Ahí se perdió todo. Algún día lo entenderán, porque es obvio que solo saben insultar”, dijo Riaño.

Johnny Orejuela, coordinador de la Maestría en Psicología en Trabajo y Organizaciones de la Universidad Eafit, explica que cansarse es una manifestación del desgaste emocional derivado de concentrar las tareas en medios virtuales.

Se conoce como tecnomalestar, una experiencia de tensión difusa, indeterminada y subjetiva, causada por la sobreexposición a la que ahora estamos obligados, que borra el límite entre la vida privada y la pública, entre el trabajo y la vida personal.

“Estamos sobreexpuestos y obligados a una intensidad muy alta de conexión a estos aparatos de manera involuntaria que producen sensación de tensión, de malestar emocional. Por economía psíquica, lo que uno debe hacer es eliminar algunos grupos, bloquearlos, salirse, silenciarlos, porque demandan tiempo”.

Mejor dicho, Orejuela considera que salirse, cerrar, alejarse, es un mecanismo de defensa frente a ese tecnomalestar, ante ese cansancio derivado de la conexión. Y también, porque permitirá apagar, al menos de momento, a todas esas voces y críticas que solo buscan dañar.

Otras alternativas que permiten las tecnologías son limitar los comentarios, algoritmos que eliminan los comentarios con palabras negativas e insultos, cuentas privadas, aplicaciones que controlan su uso de las pantallas o que bloquean plataformas, mensajes protegidos, entre otras.

Al final del día, la salud mental debe ser la prioridad.

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