Los satélites Starlink de Elon Musk, diseñados para llevar internet de banda ancha a zonas remotas del mundo, están obstaculizando gravemente la observación del cosmos. Así lo argumentan científicos del Instituto Holandés de Radioastronomía (ASTRON), quienes han reportado que las ondas de radio emitidas por la nueva generación de satélites Starlink interfieren con los radiotelescopios, amenazando la capacidad de investigar el universo.
Además, según un estudio reciente, las emisiones no intencionadas de los satélites de segunda generación son 32 veces más intensas que las de la primera generación, lo que dificulta la observación de galaxias distantes, agujeros negros y exoplanetas.
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Jessica Dempsey, directora de ASTRON, ha advertido que “cada vez que se lanzan más de estos satélites, vemos cada vez menos del cielo”, destacando el creciente impacto en la investigación científica. El problema no es solo la interferencia en las señales, sino que la radiación emitida por estos dispositivos es 10 millones de veces más brillante que las señales cósmicas más débiles que los astrónomos intentan detectar, lo cual pone en peligro “la capacidad de explorar el espacio profundo desde la Tierra”.
Los radiotelescopios, como el LOFAR en los Países Bajos, que utilizan ondas de radio para estudiar fenómenos celestes, han mostrado cómo las emisiones de los satélites Starlink superan los niveles regulados por la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Cees Bassa, uno de los principales autores del estudio, ha señalado que “estas emisiones no intencionales están afectando gravemente nuestra capacidad de observar el universo”. Es decir, a medida que SpaceX sigue lanzando más de 40 satélites por semana, la situación parece agravarse.
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Y es que si bien los satélites Starlink han sido cruciales para mejorar la conectividad en áreas rurales y zonas de conflicto, como Ucrania y Yemen, la comunidad científica está exigiendo acciones más estrictas para mitigar sus efectos negativos en la investigación astronómica. Federico Di Vruno, del Observatorio SKA, ha subrayado la necesidad urgente de tomar medidas: “Estamos acercándonos a un punto de inflexión en el que debemos preservar nuestro cielo como una ventana para explorar el universo”.
SpaceX ha colaborado anteriormente con astrónomos para reducir la contaminación lumínica de los satélites, pero los científicos insisten en que la nueva generación de Starlink representa un desafío aún mayor, así que se pide a las agencias reguladoras y a la propia compañía que desarrollen soluciones más eficaces para evitar que los satélites “ceguen” por completo la capacidad de los radiotelescopios de mirar hacia el cosmos.
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La amenaza que representan los satélites no es solo un problema técnico: para los investigadores, si no se implementan cambios significativos, el daño podría ser irreversible. Como advierte Dempsey, “muy pronto, las únicas constelaciones que veremos serán las creadas por el hombre”. Para la comunidad astronómica, este es un claro llamado a proteger la exploración científica frente a los avances tecnológicos no regulados, un equilibrio crítico en la era del espacio.