Revolucionario. Con esa palabra se podría definir este vehículos aéreo no tripulado que se conoce como dron. Tanta es su popularidad que en la feria de tecnología CES 2015 (Consumer Electronics Show) fue el mayor atractivo.
Aunque el primer modelo se desarrolló después de la Primera Guerra Mundial, solamente a finales del siglo XX se conoció el dron operado con radio control.
Y hasta hace poco su utilidad se restringía a estrategias militares. Sin embargo, el hecho de que para este año el Congreso de Estados Unidos plantee abrir una franja de su espacio aéreo para el uso comercial de estos robots voladores cambia todo. Esto contribuiría a su masificación en otros campos como vigilancia, búsqueda y rescate, control de tráfico, agricultura y hasta publicidad.
En el último año, en Colombia algunos medios de comunicación han encontrado prácticos estos aparatos para mostrar imágenes desde ángulos imposibles para la destreza humana. Justamente por eso la Policía los utilizó para hacer patrullajes aéreos sobre algunas de las vías principales del país durante la Semana Santa.
El cuerpo de seguridad tiene 35 drones de diferentes tamaños y capacidades. Su apuesta por estos aparatos busca mejorar los esquemas de vigilancia en lugares donde, dada la alta concentración de personas, sería difícil identificar una situación peligrosa.
Juan David Londoño, gerente de Coptermedia, empresa dedicada a fotografía, video profesional y manipulación de drones, destaca como cualidades principales de estos vehículos aéreos su facilidad para realizar tareas complicadas para los humanos.
“Sin duda estamos frente a un aparato revolucionario por varias razones: la primera es que al volar sin tripulación puede realizar una o varias misiones por periodos prolongados (los más costosos), o quedarse quieto en un mismo lugar, cosa que no hace ni un avión ni un aeroplano. Esto es, sin duda, muy bueno para la seguridad y la vigilancia pública o privada”, explica Londoño.
No obstante, los drones también se han usado para prácticas ilegales. En enero de este año, uno de estos artefactos, que transportaba droga, fue descubierto al caer en el parqueadero de un centro comercial en Tijuana, México, a unos pocos metros de la frontera con Estados Unidos.
¿Hay normatividad?
Casos como este evidencian la necesidad inminente de regular de manera permanente el uso de estos robots aéreos que, hasta el momento, no tienen prohibición al sobrevolar espacios privados ni reglamentación en áreas públicas.
Al respecto, el ingeniero mecánico Londoño explica que en Europa y Estados Unidos las autoridades han publicado una serie de recomendaciones en este sentido.
En Chile, la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) presentó una normativa que establece su autorización para quienes quieran hacer uso de los drones en espacios públicos. Además, prohibe que se acerquen a menos de dos kilómetros de los aeropuertos o aeródromos, o que sobrevuelen zonas prohibidas por razones de seguridad. También se reglamentó su peso y el radio en el que deben ser utilizados estos robots.
En cambio, en Latinoamérica el tema está más frío. En Colombia, por ejemplo, estos aparatos son de uso libre. “Aunque algunas reglas del aeromodelismo aplicarían para el uso de drones, todavía no hay nada certificado ni un esquema de permisos”, afirma.
Por ahora, en Medellín se pueden conseguir drones desde 1 millón de pesos con un estándar de vuelo de entre 10 y 15 minutos. Los más costosos pueden llegar a los 20 millones de pesos y tienen capacidad para volar por mucho más tiempo.
Pese a su apariencia de juguete, los expertos recomiendan no olvidar que su manejo necesita un aprendizaje. Si alguna falla ocurre es probable que el aparato caiga sobre alguna persona o vehículo ocasionando daños e incluso se podría llegar a invadir la intimidad de los demás