Antes de que finalice 2022, la Alcaldía de Medellín, en alianza con LinkedIn (Microsoft), aspira a entregar 25.000 becas de formación para la Industria 4.0. A la fecha (a un mes de abierta la convocatoria) han sido otorgadas 5.000, es decir, el 20 % de esta ambiciosa meta.
Análisis de datos, análisis e ingenieros de software, experiencia de usuario, comercio electrónico y diseño de páginas web son algunas de las 11 rutas de formación que hacen parte de este programa en el que los cursos tienen una duración de entre 91 y 231 horas.
El año pasado, hasta el 14 de abril, estuvo abierta otra convocatoria de la administración municipal, Tus habilidades son oportunidades 2021: eran 6.363 cupos disponibles para recibir entrenamiento en áreas como la ciencias de datos y el desarrollo de software.
“No hay un solo peso que hayamos invertido que no valga la pena. La educación que hoy entreguemos va a construir la sociedad que queremos”, dijo el alcalde Daniel Quintero durante el evento de lanzamiento de este programa el pasado mes de marzo.
Ante esta oleada de convocatorias para estudiar en la ciudad cursos cortos y gratuitos relacionados con las áreas de la innovación y la tecnología surgen un par de interrogantes: ¿de verdad los jóvenes aprovechan este tipo de oportunidades? Una vez finalizan los estudios, ¿qué ocurre con estos graduados?
Mauricio Alviar, decano de la escuela de Ciencias Económicas de la EIA, dice que aunque en la actualidad se está comenzando a dar una sensibilización entre los jóvenes sobre la formación y capacitación para el trabajo en áreas como programación, código, inteligencia artificial, analítica de datos, entre otras, todavía persiste una especie de incertidumbre sobre las posibilidades en el mercado laboral.
“Tenemos un problema de intermediación laboral muy serio en nuestro país y Medellín no se escapa de eso”, indica. En otras palabras: la dificultad de fondo es la desconexión entre la oferta educativa y la demanda laboral.
Esta opinión del decano la comparte Elkin Echeverri, exdirector de Planeación y Prospectiva de Ruta N, quien dice que no cualquier curso (como estos) garantizarán un empleo a futuro y menos uno de buena calidad.
“Muchas veces estos anuncios son irresponsables porque básicamente lo que dan es la posibilidad de acceder a un curso y muchas veces el programa no tiene la demanda o no está orientado a lo que está pasando en el mundo, entonces luego lo que la persona dice es que se sacrifica, saca su tiempo, pero después no consigue trabajo, o los que le ofrecen son muy malos”, señala Echeverri.
Juan Camilo Quintero, exdirector de Ruta N, indica que estos programas son exitosos solo cuando los jóvenes formados logran ser parte del aparato productivo de la ciudad, lo cual ayuda a mejorar la competitividad.
“Ser un ‘Valle del Software’ es una frase que puede inspirar, pero materializarlo no es simplemente la formación de profesionales en los temas de software, hay que tener un ecosistema de innovación pujante y vigente que pasa por la formación del talento, la habitabilidad, la movilidad, los puntos de networking (lugares para hacer negocios), entre otros”, dice Quintero.