Olvidar es tan necesario como recordar. Así como recuerda el primer beso o una fiesta de cumpleaños, hay un montón de información de momentos poco relevantes que el cerebro desecha cada día. Es más información la que se descarta que la que se almacena, porque el cerebro es mejor olvidando que recordando.
David Aguillón, médico y miembro del Grupo de Neurociencias de Antioquia, explica que alrededor de un 80 % de la información de un solo día se desecha “y más ahora con tantos estímulos e información que hay en internet y la alta productividad en diversas actividades. Hay información que para el cerebro no es útil entonces las selecciona para eliminarlas. El cerebro olvida más de lo que recuerda”, dice.
Es por eso que olvidar es natural y no significa que algo esté mal en su cerebro. De hecho, olvidar quiere decir que tiene un cerebro saludable, porque aunque algunos no lo crean, este órgano no es una especie de computadora con capacidad de almacenamiento infinita que recopila recuerdos y más recuerdos.
“Si bien tenemos la idea de que el cerebro es un computador que almacena toda la información que recibimos en el día a día, esto no es cierto. Hay una cantidad de conexiones neuronales limitada. Nosotros en el día a día filtramos la información que nos llega, incluso la mayoría de estímulos externos que recibimos ni nos llegan porque no los procesamos”, aseguró Jan Karlo Rodas Marín, médico y estudiante de doctorado en Ciencias Básicas Biomédicas con énfasis en Neurociencias de la Facultad de Medicina de la U de A.
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Para el correcto funcionamiento del cerebro este necesita desechar la información que no le resulta útil y esto lo hace también como un método de supervivencia. Tampoco está programado para recibir en su totalidad la información externa que llega.
Tan solo con los sentidos (audición, olfato, gusto, tacto y visión), los humanos alcanzan a percibir entre un 5 a 3 % de la información total del exterior.
“Desechamos más del 90 % de la información que nos llega porque no es relevante. Y aún así, con eso que logramos captar y que almacenamos, somos capaces de generar millones de interacciones sociales y aprender nuevas cosas”, explicó Rodas Marín.
¿Qué es lo útil y relevante?
Aunque el cerebro hace una selección de las memorias, este no siempre filtra y guarda las obviedades que pueden ser útiles para las personas como aprenderse toda la información de un curso para ganar fácilmente un examen y, es por eso, que se requieren métodos de aprendizaje para practicar y repasar cierta información.
Lo que es relevante para el cerebro son las emociones que atraviesan las experiencias. David Aguillón lo explica:
“El cerebro filtra lo emocionalmente significativo, ya sea positivo o negativo. Que una experiencia tenga relevancia emocional va a lograr que el cerebro almacene y codifique la información. El resto lo va a desechar. Es por eso que se van olvidando los detalles de días pasados”.
Esa información suele quedar en el olvido y es imposible recordarla. Quizás no le prestó la suficiente atención. Pero hay otra que se puede desbloquear con “claves como una canción, un perfume, una fotografía, que ayudarán a evocar ese recuerdo que la persona de pronto no recordaba”, agrega Aguillón.
Las emociones, entonces, son primordiales en la consolidación de la memoria. Ellas se producen en el sistema límbico, el más primitivo e interno del cerebro, según el médico Jan Karlo.
“Gran parte del cerebro está encargado de inhibir ese sistema emocional de alguna manera, porque es lo que nos hace racionalmente humanos. Ahí se ubican las emociones y tiene mucha interacción con el área del hipocampo”, cuenta el especialista.
El valor de resignificar
Olvidar se relaciona también con los recuerdos que deben resignificarse para poder sobrevivir. Si no fuese por la modificación de ciertos recuerdos que el cerebro está en capacidad de hacer, algunos eventos traumáticos no podrían superarse.
“En el cerebro siempre formamos una narrativa de nuestra vida y, resulta, que la tenemos que transformar constantemente para adaptarla a nuestro medio. Si vivenciamos una experiencia traumática debemos resignificar ese recuerdo y para hacerlo, no podemos recordarla completamente. El cerebro debe olvidar -o suprimir- algunos detalles de esa experiencia que desencadena emociones negativas difíciles de tramitar”, expresó Jan Karlo.
Algunas personas bloquean recuerdos traumáticos como un mecanismo de defensa ante aquello que no quieren recordar porque produce dolor (una emoción difícil de tramitar) en la persona. Para sobrevivir deben restringir esa información.
“En ocasiones hay mecanismos de defensa que bloquean información ante eventos negativos. El cerebro lo hace para protegernos pero no es que no estén ahí sino que la restringe”, dice el médico Rodas Marín. No es lo mismo a olvidar pero, de cierta manera, el cerebro lo hace para que la persona pueda continuar viviendo. Es supervivencia.
Hay que dormir
Para olvidar, al igual que para lograr consolidar recuerdos, hay que dormir. El cerebro necesita esta acción para poder consolidar las memorias del día a día y desechar la información poco útil.
Así que cuando una persona duerme se consolidan memorias y también se descarta todo lo demás. No son procesos aislados. Todo esto ocurre en regiones como la corteza cerebral y el hipotálamo, que es donde se generan y recuperan los recuerdos.
“Al dormir es cuando se consolidan los procesos de la memoria, entre ellos el de olvidar. Los seres humanos no podemos eliminar información si no lo hacemos mientras dormimos. Tampoco se podrían consolidar nuevos recuerdos”, enfatizó el médico Rodas Marín.
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Esta información que se almacena es subjetiva para cada persona y se almacena dependiendo de la relevancia emocional que tiene el recuerdo. Si es una experiencia atravesada por una emoción (positiva o negativa) el cerebro lo almacena con más ahínco y por eso es fácil evocar recuerdos como el primer beso o una fiesta de cumpleaños.
Todos los recuerdos están permeados por la subjetividad de cada persona -porque lo que es relevante para una puede que no lo sea completamente para otra- y así se van produciendo cambios en los recuerdos de una misma experiencia en cada persona.
Por ejemplo, una misma fiesta de cumpleaños puede ser recordada de manera diferente por todos los asistentes. No quiere decir que una versión es más real que otra, quizás, lo que sucedió es que para algunos fueron relevantes unos momentos más que otros.
“El cerebro tiene una capacidad finita para recordar y, en realidad, nuestra vida y los recuerdos que tenemos de ella son subjetivos. Vivimos con lo que alcanzamos a percibir, filtrar y almacenar en los recuerdos, pero no es todo lo que se vive a nuestro alrededor o lo que otras personas pueden estar captando. Por eso cada uno tiene una perspectiva subjetiva de la vida”, enfatiza Aguillón.
Gente que lo recuerda todo
Olvidar es un proceso natural y es salud. Así que recordarlo todo está relacionado a una enfermedad. Se llama hipertimesia o memoria autobiográfica muy superior (HSAM, por sus siglas en inglés).
Apareció a inicios del siglo y, hasta el 2017, solo se habían reportado 60 personas en todo el mundo con este diagnóstico, según el diario británico BBC.
Es un trastorno neurológico en el que las personas tienen una memoria autobiográfica superior con la que pueden recordar hasta el más mínimo detalle de sus vidas desde que son bebés. Se han reportado casos de personas que el único momento de su vida que no recuerdan es el de su nacimiento, todo lo demás sí.
En esta enfermedad hay un mayor tamaño del lóbulo temporal del cerebro y está relacionado a otras enfermedades como el autismo y con personas que tienen problemas sensoriales como la agudeza visual o problemas auditivos, por ejemplo.
“Las personas con este diagnóstico suelen recordar cosas inclusive de la infancia remota. Los humanos sanos comienzan a consolidar sus memorias desde los 6 o 7 años pero ellos recuerdan desde antes. Son trastornos del neurodesarrollo, a veces hay una mayor sincronización de ciertas regiones cerebrales y una mayor actividad cerebral y eso hace que haya mayor capacidad de almacenamiento y de retención de la información”, aseguró el médico David Aguillón.
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Rodas Marín dice que debido a las pocas personas que padecen esta enfermedad, hay pocos reportes científicos. Lo que se sabe es que sí hay una hiperconectividad cerebral y un aumento de tamaño de áreas del cerebro como el lóbulo temporal medial donde se encuentra el hipocampo.
“El hipocampo está mucho más conectado con otras áreas que son sensitivas. Hay una que se llama la corteza orbitofrontal o la corteza parietal que pueden tener una mayor conexión con el hipocampo. Esto puede causar que una persona pueda recordar fácilmente toda su vida”.
La hipertimesia ha ayudado a comprender cómo piensan y perciben el mundo los bebés, al poder recordar estas experiencias tan tempranas en la vida de los seres humanos.
A las personas les da miedo olvidar, pero se sabe que es un proceso natural. A medida que los humanos envejecen, tienden a olvidar con mayor frecuencia porque hay menos conexiones neuronales. En el cerebro se tienen más de mil millones de neuronas, sin embargo, ellas no se renuevan con el paso del tiempo y van muriendo.
Lo que sí es verdad es que enfermedades como el alzhéimer u otro tipo de demencia, deben ser diagnosticadas por un médico. Estos olvidos no son naturales y requieren de un acompañamiento profesional.
La pérdida de la memoria por este tipo de enfermedades suele relacionarse a la de corto plazo, esa información reciente que es difícil de mantener. Los últimos recuerdos que se olvidan son los que se ubican en los niveles más internos y primitivos, del cerebro.