La serie Sex Education, de Netflix, es el ejemplo perfecto para describir cómo vive hoy en día la Generación Z su sexualidad: jóvenes curiosos y libres de cuestionar el sexo, de tener múltiples maneras de vivir, tanto su sexualidad como su identidad, de transformar su intimidad hacia otro tipo de dinámicas como el sexting y de desarrollar sistemas de relaciones románticas intensas, monógamas o poliamorosas. Hay diversidad.
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Sin embargo, esa idea que nace en el marketing de que el sexo engancha a los jóvenes y ‘vende’ en producciones cinematográficas podría estar caducando. Eso es lo que plantea un estudio publicado a finales de 2023, liderado por el Departamento de Psicología de la Universidad de California (Ucla) que busca responder a la pregunta de si los zoomers son o no más puritanos que sus antecesores. ¿Qué ha cambiado?
“Los zoomers (Generación Z) nacieron entre 1997 y 2012 y todos ellos han descubierto su sexualidad a través de la interactividad en las plataformas, los videos, el chat, el compartir imágenes. Ellos han perdido el encanto de relacionarse con el otro. Les da pánico socializar y, por eso, algunos son tan aislados y solos, les cuesta conectar más allá de la virtualidad”, explica Santiago Morales, sociólogo y docente de la Universidad CES.
Precisamente, en el informe elaborado por el Center for Scholars and Storytellers de la Ucla, titulado Teens & Screens: Romance or Nomance, y que se hace cada año para estudiar las tendencias y gustos de los jóvenes en cuanto a contenido audiovisual, se evidenció que una parte de los jóvenes (47,5 %) considera que el sexo y el romance son excesivamente prominentes en los medios audiovisuales y una mayoría (51,5 %) prefiere ver representaciones de relaciones platónicas y de amistad por encima del romance.
De este último también mostraron rechazo en general, pues un 44,3 % dijo que se usa “en exceso” en los medios y, por el contrario, un 39 % de ellos busca personajes arrománticos o asexuales en las pantallas.
“Estos hallazgos lo que nos dicen, más allá de buscar personajes arrománticos o asexuales en la pantalla, es que buscan historias más auténticas, más reales y donde también se puedan sentir más identificados, narrados y reconocidos en esas puestas en escena, que estas se acerquen a su realidad, a sus vivencias y experiencias. Este deseo de ver personajes arrománticos o asexuales refleja una búsqueda de diversidad y representación de experiencias que no se centran exclusivamente en las relaciones románticas o sexuales”, dice Liney Dadiana Giraldo Hoyos, psicóloga, terapeuta sexual y magíster en salud sexual y reproductiva.
Saturados de contenido sexual
La fascinación de lo misterioso y el encanto de conocer al otro físicamente se ha perdido, dice Santiago Morales, ya que los jóvenes tienen acceso a todo tipo de contenido sexual desde fotos, videos pornográficos e, incluso, pueden acceder a servicios sexuales como los modelos webcam que ofrecen su cuerpo a través de pantallas. “Casi que su vida sexual la han vivido más con las pantallas que con otras personas”, dice el sociólogo.
Liney y, como psicóloga, explica que esto transforma las dinámicas sexuales de los jóvenes: “El consumo excesivo de pornografía está generando evitar el contacto físico. Si cuento con la posibilidad de tener lo que quiero a tan solo un clic, ¿por qué me voy a esforzar?, esforzar en el sentido de hacer una invitación o coordinar un encuentro”.
Ella añade que “muchos acuden a la pornografía o al sexting como opción porque pueden tener una disfunción sexual como eyaculación precoz, disfunción eréctil, fobias sexuales que impliquen contacto, pero el asunto es que el consumo de este contenido, sin límites, sin control y sin conciencia muchas veces genera que los problemas sexuales aumenten significativamente provocando un deterioro importante en su salud sexual y bienestar integral”.
Los efectos que trae la exposición al contenido sexual en cada joven es diferente y depende de su personalidad y su entorno; sus padres, educadores y cuidadores desempeñan un papel crucial en la educación sexual de los jóvenes.
Si un joven —o incluso un adulto— prefiere las prácticas virtuales y su pareja está de acuerdo, quizás no haya muchos problemas, sin embargo, si una de las personas no está en sintonía, es probable que se presenten dificultades a largo plazo. Además, esta preferencia virtual podría deberse a inseguridades o problemas sexuales. En este caso se recomienda buscar ayuda.
La pareja no es indispensable
Las generaciones que anteceden a los zoomers tienen el concepto del amor romántico y la vida en pareja muy arraigado. En esta nueva generación, lo que se identifica, dice la psicóloga Liney, es que los jóvenes rechazan la idea de que las relaciones de pareja son indispensables para alcanzar la felicidad: “Esto es válido, porque esta emoción es subjetiva y te puedes sentir perfectamente estando soltero por elección y manteniendo otro tipo de vínculos que no impliquen una relación de pareja”.
Por otro lado, surgen nuevas maneras de ser, amar y experimentar la sexualidad, al ponerles nombres a otras existencias, como las personas no binaries y trans que traen consigo formas de amar y entender el sexo diferentes a las que existían en el pasado, que eran más limitadas.
“Nombrar las nuevas orientaciones sexuales e identidades de género que han emergido contribuye a que los jóvenes se puedan sentir reconocidos e identificados, que sientan que existe un lugar para ellos. Reduce la sensación de sentirse perdido, extraño, raro, simplemente por el hecho de atreverse y posicionarse de manera diferente a la convencional”.
Por último, con esta transformación que trae la Generación Z, también se ha configurado una nueva manera de entender las relaciones románticas y la soltería, que no es sinónimo de soledad, sino una elección.
“No es el hecho de tener una persona al lado, es la calidad de los vínculos que construimos, que ojalá sean profundos y estrechos. Para algunos, el estar solos puede ser una fuente de crecimiento y autodescubrimiento, mientras que otros encuentran la felicidad en las relaciones románticas. La clave está en respetar la diversidad de elecciones de vida y comprender que no hay un camino único hacia la felicidad y el cumplimiento”, concluye Liney Dadiana.
