Tal vez lo ha escuchado, porque es una historia muy popular sobre el cerebro y los hemisferios: que las personas son creativas porque su hemisferio derecho es más dominante y lógicas porque el más dominante es el izquierdo.
Hay quienes dicen que es un mito, pero es, al parecer, un asunto del lenguaje. “El mito está en que realmente no hay dominancia, pero sí que hay asimetría. Los hemisferios son asimétricos, quiere decir que hay un hemisferio que se implica más en unas funciones que el otro, pero al final lo hacen de manera coordinada. No va a dominar más un hemisferio que otro ni te va a dar cualidades mejores”, dice José A. Morales, profesor de la Facultad de Medicina, Universidad Complutense de Madrid e investigador científico en enfermedades neurodegenerativas
Buscando desmentir el mito, el profesor Morales en colaboración con su colega Conchi Lillo –profesora titular de la Facultad de Biología e investigadora de patologías visuales, Universidad de Salamanca–, escribieron el artículo Ni la creatividad está a la derecha ni la lógica a la izquierda: el neuromito de los hemisferios cerebrales, apoyados en una revisión de artículos científicos publicados.
“Lo que queríamos era desmontar el mito. Primero para acabar con esas personas que se aprovechan para vender cursos diciéndote que si quieres ser bueno en pintura o en música lo que tienes que hacer es potenciar tu hemisferio derecho y que ellos en un mes te enseñan como... Esto es completamente falso. Y luego porque es un mito que está muy arraigado, hasta a nivel académico y eso al final lo único que conlleva es a que de pequeñitos en los colegios se encasille a los niños”, dice Morales.
El cerebro está divido en dos mitades, hemisferio derecho y hemisferio izquierdo, pero esa división no implica que sean estructuras aisladas e independientes. Los hemisferios están conectados por el cuerpo calloso, que a su vez está formado por más de 200 millones de fibras nerviosas que llevan información de un hemisferio a otro. Es decir, los hemisferios actúan coordinadamente, como repartiendose las tareas.
“Por ejemplo, aunque la mayor parte de los núcleos implicados en el lenguaje estén en el hemisferio izquierdo es necesario el hemisferio derecho para completar todas las funciones del lenguaje”, dice Morales.