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Las otras caras del islam en las redes sociales

Musulmanes muestran su cotidianidad para derribar los tabúes de una religión estigmatizada.

  • Noor Wazwaz defiende a sus correligionarias de occidentente humilladas por la intolerancia religiosa. FOTO instagram
    Noor Wazwaz defiende a sus correligionarias de occidentente humilladas por la intolerancia religiosa. FOTO instagram
  • Las otras caras del islam en las redes sociales
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07 de junio de 2016
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Cuando la cuenta en Twitter @Pontifex lanzó su primer trino el 12 de diciembre de 2012, fue noticia mundial. El autor del mensaje fue el predecesor del papa Francisco, Benedicto XVI. La iniciativa abrió la puerta al mundo digital a una de las religiones que aglutina mayores fieles en todo el mundo, pero ¿qué sabemos de cómo se conectan los musulmanes?

Lo primero que hay que dejar claro es que la máxima autoridad islámica, el Gran Imán de Al-Azhara, no se le ve incursionar en redes sociales, como sí ocurre con el principal jerarca de la Iglesia Católica, de quien vale recordar que justo el pasado 19 de marzo amplió sus horizontes virtuales al crear su perfil Franciscus en Instagram.

El Gran Jeque de Al-Azhar puede que esté ausente en el mundo 2.0, pero no toda su feligresía sigue el ejemplo: ¿qué los impulsa a abrirse perfiles en redes sociales para mostrar su mundo estigmatizado en diferentes latitudes del planeta?

Para nadie es secreto que la islamofobia afecta el buen nombre de los seguidores de Mahoma, quienes al asentarse en lugares lejanos a sus raíces les toca enfrentar y sobrellevar un prejuicio global que los tilda de terroristas.

Fabiola Silva, una musulmana latina que vive en Londres (Inglaterra), cree tener la respuesta: “lo que más se conoce es esa imagen terrorífica del islam y no es como la gente piensa. Creo que las redes en ese sentido sirven para que muchos puedan conocer de verdad cómo son nuestros preceptos”, apunta esta periodista de 31 años.

Ella es oriunda de Venezuela, de madre y padre nacidos en ese país vecino, quien creció en el seno de una familia católica, pero que decidió partir a Europa en 2012, año en que se convirtió tras merodear en varias oportunidades la principal mezquita de la capital inglesa (ubicada en Holborn), lugar en donde comenzó su proceso.

“Mi madre hace muchos años se convirtió al islam”, dijo Silva al justificar su atracción por esa religión y a la cual ha podido adaptarse gracias al apoyo de su novio musulmán Umut Gungogan, de Turquía, y al refuerzo que encontró en la tecnología.

“Mi novio me regaló un Corán turco, tuve también uno en español y en mi celular descargué aplicaciones que te dan desde versos diarios del libro sagrado y que hasta te notifican la hora de la oración”, esto último una herramienta útil para los nuevos convertidos, porque entre los lineamientos del islam se establece que sus fieles deben rezar cinco veces al día.

Nueva generación de Alá

Pero, ¿qué podría ofrecer las redes sociales a los musulmanes? Para Silva sería la cotidianidad que el mundo debe conocer y que ella buscaba integrar a su nueva vida. “En las redes hay de todo, desde cuentas que promueven versos, hasta las fashionistas con velos (conocidas como #hijabista)”.

Contemplar el peregrinaje de sus correligionarios en las mezquitas es de hecho una posibilidad que Silva obtiene en la red social de Instagram.

Lo puede hacer mediante perfiles como “Islam” que, pese a solo sus 219 publicaciones, congrega a 77.500 seguidores pendientes de videos con cánticos y melodías propias de lugares de culto.

Los más conservadores se oponen a la tendencias fashionistas y las acusan de banalizar el pañuelo islámico y el atuendo, en general, de las mujeres. Lo cierto es que este movimiento, así como el de cuentas de quienes profesan el islam, lo hacen con orgullo.

Esto no deja de ser para Manuel Eduardo Puig, filósofo, exsacerdote y con conocimiento en teología: “el lado real del islam”, ese que refleja que no son una religión belicista”. Pero advierte que se trata de un fenómeno representado en una nueva generación al interior de esa religión: “no es igual un musulmán europeo a uno de procedencia latina”, aclara.

Puig, también director de Comunicaciones en la emisora Minuto de Dios, destaca que esta particular forma de activismo islámico en redes sociales fue discutido en la emisora por dos razones simples.

En primer lugar, porque más allá de que un individuo ejerza su “derecho antropológico a creer en algo y difundirlo en diferentes formas”, en el caso de los mulsulmanes resulta curioso por “ser una cultura tan hermética”. Lo segundo es que hay una idea generalizada de que “las nuevas tecnologías no dejan de estar asociadas al mundo occidental”.

Pero estas iniciativas las cataloga como “ejercicios positivos” que apostarían a un mundo más tolerante. “La idea es seguro convencer al mundo de que son otra cosa”.

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