Unas fotos que publicó en Facebook el fotógrafo Federico Ruiz de una bailarina de ballet posando en su barrio, San Javier, en la comuna 13, fue suficiente para despertar la curiosidad de los medellinenses sobre su identidad.
Natalia Rico tiene 15 años y practica ballet desde hace seis años en el Ballet Metropolitano de Medellín. Con las famosas fotos que han dado vuelta por Facebook, el fotógrafo Ruíz quiso compartir el sueño que tiene Natalia junto a cinco amigas con las que baila, y que están a punto de cumplir.
Hace seis años, en una casa antigua junto al Pueblito Paisa, Natalia conoció a Estefanía Quintero, Valentina Zapata, Maria Isabel Londoño, Valentina Guerra y Juliana Ospina. En esta casa, donde funciona el Ballet Metropolitano de Medellín, no han parado de bailar juntas desde el primer día que se conocieron.
“Sin ellas no vuelo”
Hace dos años en un viaje a España, Valentina Guerra conoció a Svetlana Danielle Deon por unos unos familiares. Svetlana había sido miembro de Bolshoi Ballet, una de las compañías más importantes de ballet del mundo y con la que pudo tener una clase mientras vacacionaba.
Svetlana le ofreció a Valentina irse a estudiar a Rusia, pero por motivos de idioma, edad y cultura no pudo ir, pero el contacto siguió. En diciembre de 2015, Deon llamó a Gloria Restrepo, mamá de Valentina, para contarle acerca del Russian Master Ballet Camp, un campamento de verano que se iba a realizar en Alicante, España en junio de 2016 y no dudaron en empezar a hacer las vueltas.
Valentina grabó un video con la audición, pero llegaron malas noticias cuando le informaron que los 300 cupos que ofrece el campamento se habían acabado en las audiciones presenciales. A los días, Svetlana se comunicó para ver cómo iba el proceso, y cuando le contaron lo que había sucedido las contactó con la directora del campamento, Asia Lukmibova, quien aceptó que Valentina hiciera parte del campamento.
En las tres semanas que dura el Russian Master Ballet Camp, Valentina aprendió y perfeccionó sus técnicas y estilo de baile de la mano de profesores rusos, los mejores del mundo.
Cuando terminó el campamento le prometió a Gloria Restrepo, su mamá, que el próximo año volvería pero de la mano de sus amigas, con las que bailaba diariamente.
Ya en Medellín, las palabras no le alcanzaban a Valentina para describir esta experiencia, pero los movimientos con su trusa y zapatillas hablaban por sí mismos. Sus cinco amigas la escuchaban y la veían y las esperanzas de poder ir crecían, pero solo había un problema, el dinero.
La oportunidad de la vida
El Ballet Metropolitano de Medellín con la ayuda de organizaciones y empresas privadas, busca acercar el ballet a niños y niñas que no tienen los recursos económicos para recibir clases. De las amigas de Valentina ninguna contaba con los recursos económicos para el viaje.
A la oficina de Ana Beatriz Gutiérrez, directora del Ballet, llegaron las seis niñas pidiendo ayuda para viajar el próximo año. Gutiérrez les aseguró que en lo que estuviera en sus manos ayudaría, pero no tenía todo el tiempo para hacerlo, así que encargó en esta labor a Gloria, mamá de Valentina.
Necesitaban 50 millones para pagar el campamento y gastos de Estefanía, Valentina Zapata, María Isabel, Natalia y Juliana, y con una alcancía para cada una, ventas de dulces y rifas, comenzó a recolectarse el dinero.
Con la experiencia del año anterior, Valentina sabía que debían enviar los videos con tiempo, así que una vez grabada y editada la audición de cada una, fueron enviadas.
De los 300 cupos que acepta el Russian Master Ballet Camp, seis fueron obtenidos por estas bailarinas del Ballet Metropolitano de Medellín, que una vez decidió buscar talentos en los barrios donde las oportunidades llegan contadas, y donde encontró a 5 niñas que hoy respiran ballet.
Un último esfuerzo
Ya estaban los cupos, faltaba el dinero. Afortunadamente, a Valentina Guerra el Russian Master Ballet Camp le dio el 25% de la matrícula y ella tenía los recursos asegurados para viajar, pero las otras cinco niñas tenían que empezar de cero.
Gloria se puso en contacto con Asia, la directora del campamento, para contarle sobre las amigas de su hija y todo el esfuerzo que estaban haciendo para poder lograr su sueño, con las esperanza de que las ayudaran con la matrícula y así alivianar un poco los costos. El esfuerzo no fue en vano y a cada una le dieron un descuento del 15%.
Gracias a los esfuerzos, contactos y rebusque de la directora del Ballet Metropolitano de Medellín y en especial al de las seis madres de las bailarinas, llegaron dineros de mano de la empresa privada, donaciones, y la Secretaría de Educación de Medellín les dio los tiquetes aéreos, pero aún falta una mínima cifra.
A un poco más de un mes del viaje sólo faltan 5 millones, y a días de empezar a preparar las maletas el sueño de cinco niñas está a punto de realizarse gracias al capricho de Valentina de llegar lejos en esta profesión, pero al lado de sus amigas.