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Así fue la Alcaldía de Gustavo Petro en Bogotá

La improvisación fue la nota dominante. Las obras quedaron a medio camino. La crisis de las basuras, que el mismo Petro provocó, marcó su administración.

  • Gustavo Petro fue Alcalde de Bogotá entre 2012 y 2015. FOTO: Camilo Suárez
    Gustavo Petro fue Alcalde de Bogotá entre 2012 y 2015. FOTO: Camilo Suárez
  • Según información oficial, la máquina tapahuecos de Petro solo intervino 39.600 huecos en 3 años, cuando el compromiso era atender 220.000. FOTO: Colprensa (archivo)
    Según información oficial, la máquina tapahuecos de Petro solo intervino 39.600 huecos en 3 años, cuando el compromiso era atender 220.000. FOTO: Colprensa (archivo)
19 de abril de 2022
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Cuando Gustavo Petro llegó a la Alcaldía de Bogotá, el primero de enero de 2012, no tenía mayor experiencia en administrar. Venía de ser representante a la Cámara y Senador, cargos en los que se había lucido con fuertes debates contra el paramilitarismo. Y –antes– había sido guerrillero.

Desde que se posesionó, se le ocurrió cambiar el esquema de recolección de basuras. Un esquema que, hasta ese momento, funcionaba como un reloj. Las basuras las recogían empresas privadas que se distribuían por zonas la ciudad y además mantenían al pelo los parques.

Sin embargo, a Petro le pareció que esa tarea la tenía que hacer el Estado. Y cuando puso en práctica su idea, sin mayor planeación ni rigor, se produjo una gran crisis de basuras en Bogotá. Durante tres días (del 18 y el 20 diciembre de 2012) la ciudad se vio inundada de desperdicios.

El desbarajuste fue tal que Petro no pudo poner en práctica el esquema, le tocó pedirle otra vez ayuda a las privadas y todo el experimento le costó miles de millones de pesos a Bogotá (según cálculos de la misma Alcaldía, más de $245.000 millones).

Un año después, en diciembre de 2013, el entonces procurador Alejandro Ordóñez destituyó a Petro y le aplicó una inhabilidad de 15 años. Pero la sanción no duró mucho: apenas cuatro meses después recuperó su cargo por un fallo judicial.

Ese episodio es un buen retrato de lo que fue el gobierno de Gustavo Petro en Bogotá: los resultados de su gestión no fueron buenos, mostró improvisación y falta de capacidad para administrar los recursos públicos, pero su habilidad dialéctica, con ciertos dejes demagógicos, y su habilidad para mover los hilos de la justicia le permitió mantenerse.

Según la encuesta Bogotá Cómo Vamos, cuando Gustavo Petro terminó su alcaldía, en 2015, casi 3 de cada 4 bogotanos consideraban que las cosas en la ciudad iban por mal camino. Apenas siete años atrás la relación era a la inversa: casi 7 de cada 10 consideraban que las cosas iban por buen camino.

La Controlaría de Bogotá analizó las inversiones en el plan de desarrollo de administración de Petro y concluyó que fue “ineficiente, antieconómica, e ineficaz”, dijo que generó pérdidas de hasta 1 billón de pesos durante los cuatro años de mandato y afrontó cerca de 590 procesos fiscales.

Según el libro blanco que hizo la administración Peñalosa, Petro –a pesar de tener más recursos que cualquier alcaldía anterior a la suya– no construyó ni un solo colegio nuevo, ni aumentó una sola cama de hospital.

Pero Petro, fiel a su talante, se declaró satisfecho de las metas alcanzadas con el argumento de que la “Bogotá Humana no se cuenta por ladrillos, cemento o acero”. Aunque curiosamente sí había prometido hacer las obras. De hecho, el Concejo le aprobó, endeudamiento y valorización, por 3,7 billones de pesos para hacer 52 obras claves para mejorar la movilidad de Bogotá, que para entonces estaba al borde del colapso.

A siete meses de terminar la alcaldía Petro, su director del IDU salió a decir que ya no iban a hacer 52 proyectos, solo la mitad. Con la excusa de que no se podía “por la inversión que exigirá el Metro”. Esto no hacía honor a la verdad, porque Metro tampoco hubo.

Finalmente, dejó 36 contratos importantes suspendidos, 14 de los cuales eran de obras claves. Una de esas, por ejemplo, el deprimido de la calle 94. De las diez obras de valorización por las cuales los bogotanos pagaron en 2013, solo terminó una.

Unos meses después se reveló que los recursos del cupo de endeudamiento y de valorización se habían utilizado en “compra de chaquetas, elementos de sistemas y refrigerios”, según se indicó tiempo después desde la Dirección del IDU.

La improvisación fue lo que más se le criticó a Petro durante su alcaldía. “La mayoría de las grandes promesas de Petro se quedaron en el tintero: el metro subterráneo, el tranvía por la séptima, la recuperación del Hospital San Juan de Dios”, escribía el portal La Silla Vacía hace unos días. Y decía que fue “por la dificultad para forjar consensos políticos o por falta de gerencia”.

Petro siempre ha dicho que su gran logro fue reducir la pobreza. Y, en efecto, se dio una reducción, pero también hay que decir que la pobreza bajó en todo el país. Incluso, bajó menos en Bogotá que en Colombia en general. En su momento, el director de la Cepal en Colombia, Juan Carlos Ramírez, explicó que tuvo que ver la mejora del empleo en toda la nación

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Así fue la Alcaldía de Gustavo Petro en Bogotá
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Así fue la Alcaldía de Gustavo Petro en Bogotá

Los ejes claves

Se inflaron los contratos

Aprovechando que Bogotá tenía la mayor cantidad de recursos en su historia, en la Alcaldía de Gustavo Petro se aumentaron desmesuradamente los gastos, en gran parte, por al aumento en los contratos de personal. Petro recibió el Distrito con 29.625 contratos por prestación de servicios (a diciembre de 2011) y los aumentó a 50.490 (a diciembre de 2015). Es decir, aumentó 41,32%. Cerca de 21.000 contratos más.

Petro, por ejemplo, contrató a los de las barras bravas y a los artistas urbanos o a los llamados grafiteros. Incluso se le ocurrió hacer un programa que llamó ‘Territorios saludables’, similar a la Misión Barrio Adentro que hizo Hugo Chávez en Venezuela, que consistía en desplegar en los barrios equipos médicos para visitar casa por casa y allí evaluar las condiciones para prevenir enfermedades. El programa llegó a tener, según información oficial, “1.000 equipos en igual cantidad de territorios, con un costo de 1.000 millones de pesos diarios, con 8.000 personas contratadas”, de ellos solo 1.000 médicos y enfermeras y los demás “enlaces comunitarios”.

Salud en déficit

Petro entregó la EPS pública de Bogotá, Capital Salud, en 2015, con una pérdida total acumulada de 579 mil millones de pesos y, según registró la Secretaría de Salud, con síntomas de mala administración: no existía control ni supervisión de los contratos de medicamentos y suministros, la entrega de ciertos medicamentos se hacía por fuera de los tiempos requeridos.

Asimismo, Petro inauguró el Hospital El Tintal, de segundo nivel, el 30 de diciembre de 2015, con graves problemas en su infraestructura que impidieron prestar servicios a los usuarios. En las salas de cirugía, por ejemplo, las lámparas no permitían a los cirujanos realizar cómodamente su trabajo y en las paredes había filtraciones de agua. Las áreas de rayos x no tenían los blindajes requeridos.

Según información oficial, la máquina tapahuecos de Petro solo intervino 39.600 huecos en 3 años, cuando el compromiso era atender 220.000. <b>FOTO: Colprensa (archivo)</b>
Según información oficial, la máquina tapahuecos de Petro solo intervino 39.600 huecos en 3 años, cuando el compromiso era atender 220.000. FOTO: Colprensa (archivo)

La máquina tapahuecos fracasó

En la Alcaldía de Gustavo Petro se inventaron usar una máquina tapahuecos. El experimento terminó en una condena de seis años y ocho meses de cárcel a Gilma Gómez Sánchez, directora de la Unidad de Mantenimiento Vial (UMV), como responsable de la adjudicación del convenio. Lo máquina solo tapó 39.600 huecos en tres años en Bogotá cuando el compromiso había sido de 220.000. No servía bien porque usaba asfalto frío “que es prácticamente como pintar un hueco”, explicaba un conocedor en ese entonces.

Las cifras de la pobreza

Al final del 2015, Petro sacó pecho porque los índices de pobreza bajaron. Y en efecto así fue. Sin embargo, el fenómeno de reducción de pobreza se dio en todo el país y tuvo que ver con que fue una época de vacas gordas en materia de empleo en el país. Por ejemplo, la pobreza monetaria, que mide los ingresos de las familias, se redujo menos de 1 punto en Bogotá, mientras que en el país bajó 5 puntos. Y en pobreza multidimensional, que mide vivienda, salud, educación, entre otras, se redujo 6,6 puntos, un poco menos que la reducción que se presentó en el país. El tercer indicador, el de la pobreza extrema, no varió en Bogotá durante el gobierno de Petro, pero en el país se redujo en cinco puntos.

El descalabro del Sitp

Petro entregó el Sistema Integrado de Transporte Público, SITP, al borde de la quiebra. El SITP, adjudicado en la administración de Samuel Moreno e implementado parcialmente en la administración de Gustavo Petro, alcanzó un déficit de 800.000 millones de pesos en 2015. Es decir, cada día el sistema estaba perdiendo 2.000 millones de pesos. Dos de los nueve operadores del SITP dejaron de operar en 2014 (Coobus y Egobus) lo cual puso en riesgo la prestación del servicio en algunas zonas de Bogotá. En cuanto a Transmilenio, a pesar de que las concesiones para la operación de las primeras fases de Transmilenio estaban próximas a finalizar, Petro no abrió licitación sino que por el contratario prorrogó los contratos de los buses que ya habían cumplido su vida útil.

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