Pico y Placa Medellín
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La nueva amenaza de las organizaciones criminales contra la vida del alcalde Federico Gutiérrez, denunciada oportunamente por la Fiscalía, en represalia por su inequívoco y valeroso compromiso de enfrentarlas, se trata de un perverso propósito que debe motivar la más amplia solidaridad ciudadana y obviamente de parte de las instituciones.
Ser alcalde de esta ciudad conlleva serios riesgos, pues aquí operan redes criminales de amplio espectro nacional e internacional. Así lo pude experimentar siendo alcalde en el periodo 1990-1992, época en la que el desafío del Cartel de Medellín, liderado por Pablo Escobar, estaba en todo su furor y de lo cual quedaron dolorosos recuerdos y miles de víctimas.
Debemos ser conscientes que no solo el alcalde está en la mira, somos todos los ciudadanos de bien: comerciantes, vendedores ambulantes, educadores, estudiantes, conductores, deportistas, amas de casa, mensajeros... Estamos en una ciudad con numerosos territorios atropellados por extorsionistas y donde imperan las denominadas fronteras invisibles, los negociantes del microtráfico de drogas alucinógenas, toda una compleja fenomenología delincuencial que obliga acompañar al alcalde, la Policía y la Fiscalía en su severa respuesta al desafío de la delincuencia.