Pico y Placa Medellín
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Por Jorge Giraldo
La preocupación es grande porque desde 2003 hasta 2015 hubo una tendencia decreciente de los homicidios, con excepción de 2008 y 2009, cuando convergieron tres asuntos críticos: la discusión entre el alcalde (Alonso) Salazar, la extradición de los jefes de las AUC recluidos en Itagüí y la guerra entre alias Valenciano y Sebastián. Asuntos gruesos que produjeron esa alteración. Y desde 2018 ajustamos tres años al alza, que se corroboran en enero de 2019.
El segundo factor de preocupación es que las únicas dos capitales de Colombia en las que subió el homicidio en 2018 fueron Medellín y Montería. Antioquia resultó ser el departamento que incidió más en el aumento del 4 % del homicidio en el país.
Sabíamos que bajar de ahí (18-19 homicidios por 100 mil habitantes) no iba a ser fácil. Pero por ejemplo, con todo y las críticas a Peñalosa, Bogotá está en 12 homicidios. Con la tasa nuestra se necesitaba cambiar la estrategia, pero seguimos en la de los noventa: buscando al bandido. Y la guerra entre bandas, con inocultable influjo desde las cárceles, que aún son oficinas del crimen, apenas explica entre el 35 y 40 % de los homicidios. Para el resto (60 %), se requieren estrategias de convivencia. Y eso no es responsabilidad exclusiva del Alcalde. Debe convocar a todas las fuerzas y actores sociales y a los aspirantes al próximo gobierno, que deben priorizar el tema.