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Algo que hay que analizar desde la perspectiva histórica de las mediciones de opinión pública, es que lo que ocurre con los presidentes reelegidos es que su curva de aceptación al promediar su segundo mandato, se va al piso. Eso es normal, pues la gente se cansa del mismo modelo de ejercicio del gobierno. En Colombia no hay mucha experiencia en esto, pues la única referencia es el doble mandato de Álvaro Uribe en el que, de manera excepcional, pasó lo contrario: tuvo siempre un promedio de popularidad del 71 % (Gallup).
En el caso de Juan Manuel Santos, ha tendio un desgaste muy grande y sobre todo por la manera como logró su reelección. Negoció con muchos sectores y comprometió múltiples intereses. Y como le tiene que pagar a tantos, hoy todos le están cobrando. Y todos están trabajando para sí mismos, no para la Unidad Nacional. Se supone que lo que los une es la paz, pero ese ha sido un proceso de negociación ajeno a los colombianos. Esa falta de claridad y de propósitos comunes de los socios de gobierno se nota, y de allí tanto desgaste.
El asunto es más de fondo que un problema de comunicación política. No es de asesores o estrategas mediáticos, que ninguno le ha servido. Lo que hay es falta de proyecto de nación que una al país.