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Mucho se ha comentado por estos días de los resultados de la encuesta de Invamer, Caracol y Blu Radio sobre la intención de voto. Sin embargo, hay un hecho que ha pasado desapercibido y se expresa clarísimo en la mencionada encuesta: ni una sola mujer aparece entre los 14 precandidatos presidenciales con mayor intención de voto. Y eso a pesar de que hay seis mujeres en el listado de precandidatos y a pesar también de casos notorios, como los de Claudia López en Bogotá y Ángela María Robledo en las pasadas elecciones. Esto contrasta notablemente con países centroamericanos, como Nicaragua y Costa Rica, o suramericanos, como Chile, Argentina, Brasil y Bolivia, que han tenido mujeres como presidentas.
Colombia requiere una participación más protagónica de la mujer en la política y en las campañas presidenciales. No se puede entender cómo en una democracia moderna la presencia de la mujer en elecciones clave puede ser tan pobre. No solo se trata de que la mujer tiene todo el derecho a participar y a gobernar —y, por lo tanto, a influir decididamente en los destinos de la Nación—, sino de que este es un déficit de participación que no le ayuda al Estado. Pero para que esto ocurra se requieren acciones decididas y afirmativas; de lo contrario, tomaría muchísimo tiempo llegar a escenarios más igualitarios en esta materia. Es necesario, pues, impulsar reformas al sistema electoral y a los partidos para que las mujeres puedan tener posibilidades efectivas de participación; dichas reformas y su desarrollo deben, por lo tanto, contribuir fundamentalmente a romper los obstáculos históricos que impiden esa participación: esencialmente, los referidos al confinamiento tradicional de la mujer al ámbito privado y, por consiguiente, a roles que le asigna la sociedad en cuanto a la economía del cuidado y a una limitada autonomía económica. Por eso normas como las contempladas en la ley 1475 de 2011 sobre las fuentes de financiación de campañas deben abrir mayores abanicos de posibilidades, permitiendo que las mujeres participen de manera mancomunada con sus pares. Este sería un paso definitivo para darle posibilidades reales a la mujer en la política colombiana.
De los otros resultados, es claro que la intención de voto por Petro cae después del paro, mientras que la de Fajardo continúa descendiendo; y se destacan tres nombres que ocupan los puestos 3, 4 y 5 con un buen comienzo de intención de voto: Rodolfo Hernández, seguido muy de cerca por Juan Manuel Galán y por Federico Gutiérrez. En el caso del exalcalde Hernández, su intención está concentrada fundamentalmente en Bucaramanga y sus alrededores. Aunque algunos expertos señalan que puede tener mucho de fenómeno estadístico, pues al considerar el error muestral, esa intención cae considerablemente. Otros consideran que una parte de esa intención está asociada con segmentos de la población que expresan por esa vía un gran descontento con la corrupción, el paro, el desempleo y la pobreza, y no creen en las fórmulas de siempre, sino en aquellas que se salen del molde; el resto de la intención de voto provendría de sus seguidores como exalcalde.
Es probable que, mientras se decantan o recomponen precandidaturas por posibles alianzas, algunas de esas tendencias permanezcan, y luego, una vez logrados acuerdos, estas se desvanezcan o se fundan con otras. Lo importante es mantener un debate democrático y sin manipulación indebida en los resultados de las muchas y diversas encuestas