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Como todos los años por esta época, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó su primer informe sobre las Perspectivas de la Economía Mundial, apoyado con las mejores estadísticas económicas disponibles y con un análisis detallado y bien argumentado de la situación de la economía mundial.
En esta ocasión el FMI muestra, en su primer mensaje, una economía global que está en un estado delicado. La Brooking Institution coincide y plantea que la situación puede caracterizarse como una desaceleración sincronizada, donde los indicadores de sentimiento empresarial y los datos económicos de las economías avanzadas y emergentes se están deteriorando desde el pasado otoño, destacándose lo que observa en Estados Unidos, China y Europa.
Pesaron en el diagnóstico del FMI factores como la profundización en la reducción de la confianza de las empresas, los desbalances financieros de algunas economías y grandes empresas multinacionales, y el aumento de la incertidumbre en torno a las futuras políticas económicas de algunas importantes economías (Brexit, China). La desaceleración prevista de la demanda llevó a una disminución del pronóstico de crecimiento para la economía mundial en 2019, que pasó de 3,7 % a 3,3 %, frenando frente a 2018 (3,6 %). El pronóstico para 2020 también se redujo de 3,7 % a 3,6 %.
Hay un segundo mensaje, definitivamente más optimista. El año 2019 no comenzó tan mal y se dieron algunas situaciones positivas como una inesperada recuperación de las bolsas de valores y los avances en las negociaciones entre China y Estados Unidos en el tema comercial que crearon algún optimismo. Si las buenas noticias continúan disminuye la desaceleración del crecimiento mundial y puede incluso estabilizarse a mediados del año.
Para que la economía mundial repunte en el segundo semestre debe remontar con éxito una situación muy riesgosa, advierte el FMI. Resolver el litigio comercial es esencial para que los inversionistas se animen y las empresas recobren su optimismo. Esto aclara el panorama para definir la política pública y reduce la incertidumbre. Es fundamental, para los mercados financieros, tener buenas noticias en lo relacionado con el Brexit, Italia y la política monetaria de la Fed.
Hay también un llamado a que la política macroeconómica y financiera contribuya al crecimiento. Esto se logra haciendo una política monetaria que mantenga controlada a la inflación y una política fiscal que conserve un equilibrio entre apuntalar la demanda y velar que la deuda pública sea sostenible. Para algunas economías, sostiene el FMI, será necesario un aterrizaje suave.
América Latina no se ve bien en el informe, precisamente porque en muchos casos no se están haciendo bien las cosas. De hecho, el FMI redujo el pronóstico de crecimiento para la región de 2 % a 1,4 % porque las grandes economías de la región muestran un desempeño decepcionante, al tiempo que Venezuela se hunde en el abismo con un decrecimiento de 25 %. El contraste es notorio con las economías de Perú, Chile, Bolivia y Colombia, que crecen bien en 2019. Colombia, incluso, crecería con 3,5 % por encima del promedio de la región.
En todo caso, a los países más exitosos de América Latina se les da el mensaje perentorio de que deben diversificar sus exportaciones, demasiado dependientes de los productos primarios. A los que tienen petróleo, como Colombia, se les recuerda que Estados Unidos está aumentando dramáticamente su producción y eso afecta de fondo al mercado petrolero.