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Y de nuevo el Reino Unido ha conseguido asombrar al mundo. Un nuevo primer ministro, Rishi Sunak, ha tomado posesión en el 10 de Downing Street y aparte del complejo panorama que tiene por delante, vale la pena mencionar que es, desde ya, el primero en varios aspectos de la historia política de ese país. El más joven, solo tiene 42 años, el único de origen indio, para ser más exactos el único no blanco en 200 años, y el más rico que haya pasado por el ese alto cargo. Lo primero puede ser refrescante, lo segundo, motivo de orgullo para el modelo de asimilación social del Reino Unido y lo tercero, bueno, no deja de llamar la atención dentro y fuera de las islas.
Su juventud en efecto es destacable, pero no hay que olvidar que es totalmente ortodoxo en materia económica, que se declara heredero de Margaret Thatcher y que apoyó al Brexit desde el principio.
En cuanto a sus orígenes, el hecho de que sea nieto de inmigrantes indios es algo hasta hace poco impensable. Y la reacción de los medios de comunicación de la India lo ha corroborado. La sorpresa y el júbilo han quedado reflejados en comentarios como que “es un milagro” o que “Sunak ha hecho que lo imposible ocurra”. A la vez han afirmado que “hay que darle crédito a la sociedad británica por haber desarrollado una cultura en la que Rishi Sunak es posible”. Y como detalle curioso han destacado que su ascenso se dio precisamente durante los festejos del Dwali, un festival indio muy importante que celebra la victoria del bien sobre el mal, el conocimiento sobre la ignorancia y la luz sobre la oscuridad.
Finalmente, su calidad de multimillonario, más el hecho de estar casado con una de las mujeres más ricas del Reino Unido es llamativo. Todos hablan de su estilo elegante para vestir, de los gustos costosos, mas no ostentosos, que tiene, y de sus formas exquisitas en el trato hacia los demás. Nada que ver con uno de sus antecesores, Boris Johnson, quien se caracterizó por su imagen desaliñada y su actuación basta y casi burda.
Sin embargo, el turbulento presente del Reino Unido no acaba de aclararse. Por el contrario, Rishi Sunak, última esperanza del debilitado partido conservador tras el paso fugaz de la breve Liz Truss, advirtió durante su discurso de posesión que el país está sumido en una profunda crisis económica, que él viene a arreglar los errores de su predecesora pero que habrá que tomar decisiones muy difíciles. De manera que el país está a la expectativa y con los nervios de punta.
Y no es para menos. En tan solo siete semanas han visto pasar a tres primeros ministros que han dejado, no solo a los ingleses, sino al mundo, estupefactos. Boris Johnson por sus posturas irracionales en defensa del Brexit, sus escandalosas fiestas en plena restricción por la pandemia y sus constantes salidas de tono. Liz Truss porque en las pocas semanas en las que pudo mandar, desestabilizó la economía, encolerizó a los mercados y asustó a la sociedad con su bajada de impuestos a los ricos a costa del sacrificio de los presupuestos dedicados a la ayuda social. Y ahora llega, como última salvación, Rishi Sunak, un tecnócrata que será fiel a la ortodoxia de las finanzas y que ha prometido en su primer discurso seguridad y orden.
Aunque aún no se conoce su programa, Sunak está condenado a ser impopular. Desde ya, la oposición, encabezada por el Partido Laborista, avisa que la propuesta fiscal que se va a presentar el próximo lunes 31 de octubre va a ser un “espectáculo de terror de Halloween”. Dicen que un millón de pobres que hay en el país tendrán que resignarse a escoger entre comer o pagar la luz y el gas. Y esa no es poca presión.
El nuevo primer ministro debe decidir ya sobre temas tan complejos como qué impuestos y a quien se los sube o cuáles van a ser los recortes que le haga al gasto público. A la vez tendrá que responder a preguntas como si mantendrá el compromiso medioambiental, continuará el enfrentamiento con la unión Europea por el Brexit o reducirá la migración en momentos en los que la mano de obra se ha vuelto escasa. Por lo pronto ha empezado en tono conciliador formando un gabinete de coalición que suavice las diferencias dentro de su propio partido Conservador. Porque sabe que los tories, como se les dice a sus copartidarios, están divididos y a la expectativa de lo que va a hacer para sacarlos del hueco en el que se encuentran. Si se convocaran elecciones en este momento, cosa que no va a ocurrir pese a las presiones de los laboristas, tendrían todas las de perder. Y hay que entender que no están dispuestos a soltar el poder hegemónico que detentan desde el 2010.
Por ahora solo nos queda observar y esperar. Si a Johnson lo tumbaron sus escándalos y a Truss la realpolitik, tendremos que esperar para descubrir cuál es el talón de Aquiles de Sunak. Solo el tiempo dirá si consigue estar a la altura que se le exige en momentos tan complejos y turbulentos como los que atraviesa el Reino Unido .