Por la pandemia dejamos de frecuentar a los amigos. A los más habituales, en mi caso, los dejé de ver en persona desde marzo de 2020; quedaron las pantallas. Hay que reconocer que las reuniones virtuales con los amigos, ayudados por las aplicaciones que han florecido en el confinamiento, tienen algunas cosas positivas, porque mantienen la comunicación; aunque, al mismo tiempo, dejan un sinsabor, una cierta congoja.
¿Qué es lo que falta en esas conversaciones virtuales? Hacen falta los gestos, el lenguaje corporal, las conversaciones cruzadas dentro del grupo de amigos. No es fácil encontrarse en los cuadritos en que se vuelve la pantalla, en la cual cada cuadrito es un amigo. Algunos pueden comportarse con más naturalidad que otros en la televisión,...