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Los $6,000 millones de dólares que Qatar ha enviado a Gaza hoy están enterrados en kilómetros de túneles, utilizados solo como refugio por Hamás, y en armamento y equipos militares que ese grupo terrorista utiliza en sus ataques a Israel.
Por David Yanovich - opinion@elcolombiano.com.co
Desde el genocidio cometido por Hamás el 7 de octubre en Israel, los ánimos antisemitas y pro-Hamás se han venido caldeando. Mucha desinformación alimenta estas hogueras, pues varios de los que protestan por la libertad del pueblo palestino confunden esa libertad con las verdaderas intenciones de Hamás. Los palestinos merecen mucho más que la libertad: merecen vivir en paz, con un futuro próspero y tranquilo. Pero nunca lo lograrán con Hamás.
La semana pasada el New York Times publicó un artículo titulado Detrás de la sangrienta apuesta de Hamas de crear un estado ‘Permanente’ de Guerra. Entrevistaron a varios de los líderes de ese movimiento terrorista. Como a Khalil al-Hayya, que hace parte de la cúpula de Hamás. Este individuo afirma que “el propósito de Hamás no es gobernar a Gaza ni darles agua, o electricidad, o cosas de esas. Hamás, [las brigadas militares de] Qassam y la resistencia despertaron al mundo de su sueño profundo y mostraron que este tema [de Palestina] debe permanecer en la mesa”. Y agrega: “Esta batalla no era porque queríamos combustible o trabajo. No buscaba mejorar la situación en Gaza. Esta batalla es para darle vuelta completamente a la situación”.
El nivel de cinismo, de barbaridad y de falta de empatía de esta gente con su propio pueblo es notable. Solo así se explica que utilicen a la población civil como carne de cañón, sin importar cuántos mueran. Su propósito fundamental no es el mejoramiento de la vida de su pueblo. Es destruir, con odio y cevicia, el Estado de Israel e implantar su ideología y dogma radical en toda la región, con el respaldo de Iran.
Basta ver lo que ha pasado en Gaza desde que Hamás asumió las riendas del poder en 2007. Según estadísticas del Fondo Monetario Internacional, el PIB per cápita en Gaza ha disminuido casi un 50%, mientras que, en Cisjordania, gobernada por un ala palestina menos radical (Fattah), ha crecido alrededor de 2.8% en el mismo período. Desde el 2007, prácticamente todos los trabajadores palestinos que laboran en Israel vienen de Cisjordania, y mientras en esta zona el desempleo está en alrededor del 15%, y algo menos del 30% entre jóvenes, en Gaza esas cifras son del 45% y 60% respectivamente. La inversión en Gaza, por su parte, ha sido de menos de $500 millones de dólares anuales durante los últimos 15 años, comparado con una inversión creciente en Cisjordania, llegando a $4,500 millones de dólares en 2022. Por supuesto en Gaza no hay electricidad, ni agua, ni servicios públicos confiables. Los $6,000 millones de dólares que Qatar ha enviado a Gaza hoy están enterrados en kilómetros de túneles, utilizados solo como refugio por Hamás, y en armamento y equipos militares que ese grupo terrorista utiliza en sus ataques a Israel.
Desde su fundación, Israel es el único país de la región que representa los valores liberales occidentales. Es un Estado social de derecho, democrático, que durante buena parte de su historia ha tenido gobiernos socialistas y de centro izquierda y que ha generado un gran bienestar a su población. El pueblo israelí también quiere vivir en paz, a pesar de las coyunturas políticas, que a veces parecieran mandar un mensaje distinto. El mundo occidental, sin excepción, se debe unir en los esfuerzos para debilitar a Hamás y erradicar el terrorismo, y de paso debilitar la posición iraní. El pueblo israelí, y sobre el todo el palestino, lo agradecerán.