En estos tiempos en que la educación tiene que estar mediada por los encuentros a través de una pantalla, no se puede olvidar lo que significa educar. Educar es, antes que nada, transformar. Transformar para la vida. Darle pistas a una persona de lo que hay en el mundo, de lo que se va a encontrar en él cuando lo enfrente por sí misma y no con la mediación de la familia. En primaria y secundaria se siembran las bases; en la educación superior se entregan las herramientas para la vida laboral. Ambas etapas pueden ser determinantes para una persona.
Cuando una persona llega a la educación superior está en la etapa en que todo lo cuestiona y busca razones para la vida. Casi todos llegan con una vocación, con un inmenso sueño de tener una profesión o un oficio que no solo les dé un lugar en el mundo, sino que les permita, económicamente, vivir en él. Generalmente las personas terminamos viendo la vida desde la disciplina que estudiamos. Por eso es tan importante la educación superior. Porque es la oportunidad que tiene la sociedad para sembrar en las nuevas generaciones el sano inconformismo que permite mejorar lo que está fallando. Casi siempre los jóvenes llegan con actitud crítica hacia las formas sociales que deben ser mejoradas o cambiadas y la educación superior es un buen dispensador para obtener herramientas, abrir posibilidades y caminos y desarrollar criterio suficiente para lograrlo.
Una adecuada educación superior debería combinar altas dosis de reflexión, discusión y desarrollo de pensamiento crítico para que los estudiantes no lleguen al mundo laboral solo dominando una tecnología para sobrevivir económicamente (lo cual es muy importante), sino, también, teniendo alguna idea de cómo mejorar la sociedad en la que le ha tocado vivir.
En la educación mediada por pantallas, que quizá se impondrá después del covid-19, debemos estar muy alertas para que la forma no nos desenfoque del contenido. Recordemos que la gran mayoría de los jóvenes de la educación superior llegan a las aulas de clase (así sean virtuales) con muchas ganas de conocer posibilidades para cambiar el mundo. No caigamos en la tentación de distraer la atención atomizando el aprendizaje; los conceptos necesitan contexto, desarrollo y profundidad sin distracción de decenas de clic en el camino: eso no lo hace entretenido ni dinámico.