El presidente Petro, ante una gran presencia de público en la Plaza de Armas, entre el Palacio de Nariño y el Capitolio Nacional, mostró la intención de su gobierno, para dónde nos conduce, cuáles son las posibilidades, cual será nuestro futuro.
La tos persistente que lo acompañó durante su intervención no fue suficiente para impedir que mostrara sus garras y el futuro que nos espera. Amenazas de un pueblo en las calles de las ciudades, si el Congreso no aprueba las reformas propuestas, así no sean apoyadas por la opinión pública. Algo así como la “primera línea” en plena actividad violenta, que no se entiende como propuesta de un gobernante, pero en eso estamos.
Pidió que no los dejemos solos en un palacio frío y ante la jauría de los privilegiados. Un peligroso ataque de un presidente a la clase dirigente y a la empresa privada que da empleo y ha empujado el desarrollo de Colombia. Primer paso para una lucha de clases dirigida por el presidente de la República.
En su intervención dijo que no bastaba con haber ganado en las urnas, ... “el cambio social implica una lucha permanente y la lucha permanente se da con un pueblo movilizado, y al frente de ese pueblo tiene que estar la juventud, el pueblo trabajador, la clase obrera. El intento de coartar las reformas puede llevar a una revolución”. Me parece que ya es suficiente lo que ha afirmado nuestro, en mala hora, presidente para suponer que está llamando a un enfrentamiento de clases. Como si fuera poco, para pensar en ese llamado, pide que el pueblo obrero se tome las calles. Yo me pregunto, si esa toma llega a suceder ¿tiene el presidente alguna autoridad para controlar la tal toma?
Un presidente que tenga que apelar a la juventud y a la clase obrera para que se tomen las calles y pedir que se aprueben las reformas que ha propuesto al Congreso, definitivamente es un mandatario que se siente débil para gobernar, que no tiene la capacidad para el manejo de un país, que está allí para conseguir el título de expresidente.
No hay ninguna duda de que el pueblo votante se equivocó y se dejó seducir por una propuesta vaga de “el cambio”, un cambio que no sabemos en qué consiste, que pareciera que ni él mismo lo sabe, que lo predicó porque alguien se lo insinuó.
Estamos al borde del abismo, cualquier movimiento es peligroso, pero hay que buscar soluciones positivas que nos lleven a la recuperación del país. No podemos caer otra vez en la trampa de votar por un personaje que va detrás de un título, de un premio internacional, pero no detrás del desarrollo y del futuro de Colombia.
Por fortuna no todo está perdido, por lo menos hay esperanzas porque los colombianos todavía tenemos la capacidad de razonar y apoyarnos en quienes tienen la posibilidad de evitar que caigamos en el abismo. Que Dios ilumine a esos salvadores. .