Por Ana Cristina Restrepo J. redaccion@elcolombiano.com.co
A muchos les ofende oír aquello de “Oriente es el segundo piso de Medellín”. El retorno del paisa a sus raíces montañeras no se conformó con una finquita para temperar: los urbanizadores, politiqueros (que no políticos responsables) y pacificadores a la brava decidieron tomarse el Oriente antioqueño. En medio del desorden urbanístico, enmarcado por la impericia y corrupción administrativas, las mansiones con aspiración de chalet suizo (pero con vigilantes armados) y las vías que irrumpen en la majestuosidad andina (trombóticas en horas pico) convirtieron el idilio en delirio.
¡Esto por acá es un paraíso!
El Instituto Popular de Capacitación publicó una alerta basada en el informe “Nuevos órdenes, viejas disputas” de la Mesa de Derechos Humanos y Atención Humanitaria de Oriente, apoyado en otras fuentes como el Centro Nacional de Memoria Histórica: “No hay un municipio del Oriente antioqueño donde no haga presencia un grupo armado ilegal [...] en el nuevo mapa de la región aparecen nuevos y grandes grupos, como Clan Isaza, Clan del Golfo y El Mesa”. El Mesa hace presencia directa en El Carmen de Viboral, La Ceja y San Rafael, con “franquicias” en otros pueblos. El Clan Isaza, integrado por antiguos miembros de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio, estaría en doce de los veintitrés municipios de la región.
Aquí reinan la tranquilidad y el relax.
El Oriente ha registrado 559 homicidios en el último cuatrienio. Entre 2020 y 2021, el delito de desaparición aumentó en un 135 %: pasó de veinte a cuarenta y siete casos. Veinte reportes solo en Rionegro, el municipio con mayor registro: dos ciudadanos fueron asesinados; seis aparecieron vivos, doce permanecen sin rastro.
Mientras los terrenos “valiosos” se van poblando, “al resto” los van abandonando. En 2021, 349 personas fueron desplazadas: los más afectados son El Carmen (72), Rionegro (55), Guarne (45) y Marinilla (35).
Los investigadores del informe le atribuyen la situación a la falta de una operatividad significativa contra las grandes estructuras criminales. Solo capturan a pequeños expendedores, no se atacan cuadros políticos ni económicos relevantes.
Asomate, ¿qué será ese ruido en el segundo piso?
De los veintitrés alcaldes de la subregión del Oriente antioqueño, cinco son del Centro Democrático: Sonsón, Nariño, Argelia, Abejorral y Rionegro (aunque Rodrigo Hernández se presentó con la Coalición Unidos por Rionegro, su triunfo es del CD: https://n9.cl/8tn51); tres, de Cambio Radical; dos, del Partido Conservador; dos, del Partido de la U; uno, de la Alianza Social Independiente. Los demás pertenecen a coaliciones cuyos nombres de terapia de autoayuda eximen de responsabilidad a los partidos políticos.
¿Hablamos pasito para que no duela? ¿Quién asume la responsabilidad política por esta alarma paramilitar? ¿Quién traza sus fuentes de financiación?
¡Impuestos, servicios públicos y propiedad raíz por las nubes, mientras los habitantes originarios de la región cargan costales al hombro acosados por la miseria y la violencia!
El “segundo piso” (apelativo detestable) en llamas... y seguimos mirando pa’l páramo