Síguenos en:

¿Por quién doblan las campanas?

$Creditonota

Érase una vez un imperio que se deshizo en el mapa, aunque permaneció intacto en el espíritu de un pueblo. Las banderas de la Gran Bretaña izadas a media asta, los empleados oficiales con brazaletes negros, los libros de condolencias en lugares públicos; las flores, las cartas, los ositos Paddington y los dibujos infantiles en jardines de la realeza; parroquias, capillas y catedrales de la Iglesia anglicana siguieron una instrucción: tocar las campanas a la misma hora del 9 de septiembre.

Mientras las monarquías agonizan, los imperios —imaginarios— sobreviven. Que lo diga Carlos III, quien apenas comienza a reinar la cuna del fútbol moderno y de los Rolling Stones; la tierra que vio crecer a William Shakespeare y a Jane Austen, a Adam Smith y a Charles Darwin, a Ashley Cole y a Wayne Rooney, a Arthur Conan Doyle y a Agatha Christie. A Sherlock Holmes y a Hercule Poirot.

¿Qué hará Carlos III —con su exceso de realidad, más que de realeza— ante un reino desunido por la voluntad del mismo pueblo? Este lunes, el edificio del Parlamento escocés se convirtió en una postal histórica. La reina yacía en su palacio frente a tres banderas izadas a media asta: la de su reino (Gran Bretaña), la del país que con frecuencia se quiere separar de su reino (Escocia), y la de la alianza continental a la que su reino despreció (Unión Europea).

En medio del desastre del Brexit (¡cuyos autores se niegan a aceptar su yerro!), en cuestión de décadas, la Gran Bretaña pasó de ser un imperio a ser una isla en el pleno sentido de la palabra. Hoy, dos novatos al volante, el rey y la primera ministra Liz Truss, parecen manejar por el lado contrario al resto del planeta.

¡El imperio imaginario también se empieza a desvanecer! Al paso del cortejo fúnebre de Isabel II por la Milla Real, en Edimburgo, no faltaron las lágrimas. Los abucheos de algunos republicanos en las aceras, el deshonor a la monarca fallecida, dejaron al descubierto el pavor a la decadencia.

Los británicos, colonizadores y viajeros, han sido históricamente consistentes, construyen su pequeña isla a donde quiera que van. Pocos lo han declarado con la claridad de Sting:


I don’t drink coffee, I take tea, my dear
I like my toast done on one side
And you can hear it in my accent when I talk
I’m an Englishman in New York.

Hasta los famosos internados británicos que inspiraron a la escritora J. K. Rowling se han venido a menos: los escándalos de la Iglesia católica han desterrado a sacerdotes y a buena parte de los alumnos. Ya fallan la calefacción y las tuberías en aquellas portentosas edificaciones que alojaban a los hijos de los diplomáticos colonizadores, pilares del imperio.

Hoy, esos internados están atestados de extranjeros que buscan conquistar universidades élite del Russell Group. Volar como Harry Potter.

Dios salve a la reina. Y que el pueblo se salve a sí mismo 

Porque entre varios ojos vemos más, queremos construir una mejor web para ustedes. Los invitamos a reportar errores de contenido, ortografía, puntuación y otras que consideren pertinentes. (*)

 
Título del artículo
 
¿CUÁL ES EL ERROR?*
 
¿CÓMO LO ESCRIBIRÍA USTED?
 
INGRESE SUS DATOS PERSONALES *
 
 
Correo electrónico
 
Acepto Términos y Condiciones Productos y Servicios Grupo EL COLOMBIANO

Datos extra, información confidencial y pistas para avanzar en nuestras investigaciones. Usted puede hacer parte de la construcción de nuestro contenido. Los invitamos a ampliar la información de este tema.

 
Título del artículo
 
RESERVAMOS LA IDENTIDAD DE NUESTRAS FUENTES *
 
 
INGRESE SUS DATOS PERSONALES *
 
 
Correo electrónico
 
Teléfono
 
Acepto Términos y Condiciones Productos y Servicios Grupo EL COLOMBIANO
LOS CAMPOS MARCADOS CON * SON OBLIGATORIOS
Otros Columnistas