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Mientras tanto la Cancillería se convierte en un actor pasivo que solo se dedica a intentar interpretar lo que expresa el presidente en esos mensajes.
Por Luis Diego Monsalve - opinion@elcolombiano.com.co
Hay una expresión más fuerte y coloquial que podría describirlo mejor, pero por respeto a los lectores utilicemos un término más suave: la política exterior colombiana está “hecha trizas”, en la medida que ya solo responde a los impulsos twitteros (X) del presidente Petro.
Luego del ataque terrorista de Hamás a Israel, que no se puede llamar de otra manera, la cancillería colombiana rápidamente emitió un comunicado el 7 de octubre condenándolo, pero al mismo tiempo pidiendo un acuerdo de paz que permita a ambos pueblos, palestino e israelí vivir en paz cada uno dentro de fronteras definidas y mutuamente acordadas. Unas horas más tarde, dicha declaración fue borrada y sustituida por una nueva declaración que eliminaba el rechazo a los actos terroristas y solo lamentaba las “afectaciones a la población civil”.
Ese cambio de postura fue resultado de la maratón de trinos que comenzó el presidente Petro para expresar su opinión sobre el tema y reenviar múltiples informes y mensajes que se ajustaban a su visión personal del conflicto. Lo que más resalta es su negativa a condenar los actos terroristas, a pesar de los múltiples llamados que le han hecho desde diferentes orillas en el país y desde el exterior. Hay muchos argumentos para defender el derecho de los palestinos a tener su país e igualmente hay acciones del gobierno israelí, especialmente en los últimos años, que pueden merecer críticas. Pero al no hacer esta condena, Colombia está perdiendo legitimidad para criticar violaciones al Derecho Internacional Humanitario por cualquiera de las dos partes.
Por otro lado, se prepara una visita presidencial a China para finales de mes, y según la información que el propio presidente ha dado a los medios, el tema principal de su reunión con Xi Jinping será la búsqueda de un cambio de diseño y ejecución del proyecto del Metro de Bogotá, de elevado a subterráneo. Este no debería ser un tema entre dos jefes de estado, en la medida que se trata de un contrato en ejecución entre un gobierno local (Bogotá) y algunas empresas chinas.
Veremos que resulta de la visita, pero deja mal sabor pensar que por poner en primer plano un tema político local y de interés personal del presidente, posiblemente se desaproveche la oportunidad de llegar a acuerdos en beneficio del país con la segunda economía del mundo, como pragmáticamente lo han hecho países de la región como Brasil, Chile o recientemente Ecuador.
Sumemos a esto que Petro mantiene, al estilo de dictador de república bananera, discusiones permanentes con dignatarios de otros países, embajadores y todo aquel que se atreva a controvertirlo. Mientras tanto la Cancillería se convierte en un actor pasivo que solo se dedica a intentar interpretar lo que expresa el presidente en esos mensajes. Lo último que está sucediendo al tiempo de escribirse esta columna es el fuerte comunicado del gobierno israelí, incluyendo citación a la embajadora colombiana en ese país, por algunos de los trinos del presidente; y la respuesta en caliente de Petro amenazando suspender las relaciones con Israel, un aliado histórico del país. A este paso vamos a terminar peleando con medio mundo!