Cuando escribo esta columna recuerdo, como si hubiese ocurrido ayer, la sangrienta toma del Palacio de Justicia por parte de guerrilleros del M-19 cuyo objetivo principal era quemar todos los expedientes con los cuales la Sala respectiva decidiría sobre el envío a Estados Unidos de los autodenominados “Extraditables”, cuyo líder era el narcotraficante Pablo Escobar. Pero el M-19 también tenía su propia motivación: poner en jaque al presidente Belisario Betancur y tomarse el poder.
En directo, por televisión, veo las llamas y la acción militar cuyo deber era defender las instituciones. Y no puedo creer que 30 años después de los sucesos estén injustamente presos el General Jesús Armando Arias Cabrales y el Coronel Alfonso Plazas Vega. Conozco...