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Esta historia, escrita hace 180 años, fue de tal impacto en el mundo, que el Cardenal Albino Luciani, conocido como “El Papa de la alegría” escribió, en 1974, una carta a Charles Dickens.
Por Natalia Zuluaga Rivera - nataliaprocentro@gmail.com
“¡Felices Pascuas, Tío! ¡Dios le guarde!” – gritó una voz alegre. Era la voz del sobrino de Scrooge. ¡Tonterías! ¡Sobrino! ¡Celebra la Navidad a tu gusto y déjame a mí celebrarla a mi modo! ¿Celebrarla usted? Contestó el sobrino de Scrooge - ¡Pero si nunca las ha celebrado! ¡Bueno, déjame en paz y que te aproveche! ¡Para lo que te ha servido hasta ahora!
“Hay muchas cosas de las que hubiera podido sacar algún beneficio, y puedo decir que no me he aprovechado de ellas – replicó el sobrino – La Navidad es una de ellas. “Y por eso tío, aunque la Navidad nunca me ha metido unas migajas de oro o de plata en los bolsillos, creo que me ha hecho bueno y quiere hacerme bueno, y yo la bendigo”.
Luego de un largo viaje con los tres espíritus de la Navidad, Scrooge pudo decir: ¡Honraré la Navidad en mi corazón y la observaré todo el año! Charles Dickens, Cuento de Navidad, 19 de diciembre de 1843.
Hace unos días, recordé el cuento de Dickens mientras decoraba el árbol de Navidad; en medio del entusiasmo y la alegría del momento, mi hijo, de 5 años, me dice con cierta incertidumbre, cuando colgaba una bolita roja en el árbol: “Mamá, Gabriela, una niña del colegio, me dijo que la historia de Santa y del Niño Jesús es toda una mentira, que no es verdad que el Niño Jesús exista, y no es verdad que trae los regalos”. Yo sin estar segura como continuar esa conversación, le respondo: Hijo, ¿Tú crees en la historia del Niño Jesús? Sí, mamá. Entonces tú sigue creyendo en el Niño Jesús y deja que Gabriela crea en lo que ella quiera creer.
La cuestión de la fe y las creencias religiosas, son algo tan íntimo y personal, que finalmente se trata de creer en lo que a cada uno le dé esperanza y lo llene de paz espiritual. Yo a mis hijos les inculco la fe, porque siento que, al levantarnos cada día, podemos aferrarnos a un poder superior que nos ayuda a continuar sin miedo; creer en la historia de Navidad, como dice el sobrino a Scrooge, es tan mágico que cuando llega esta época del año, dejando aparte la veneración debida a su nombre y origen sagrados, suponiendo que pueda separarse de ella esto que propiamente le pertenece, es una época encantadora y agradable, de amor, de perdón y caridad. Ya solo por eso, él creía en la Navidad.
Esta historia escrita hace 180 años, fue de tal impacto en el mundo, que el Cardenal Albino Luciani, conocido como “El Papa de la alegría” escribió en 1974, una carta a Charles Dickens, diciéndole: Estamos en las últimas: “Ante este cúmulo de problemas, de preocupaciones y tensiones, todavía son válidos los principios que tú fomentaste, querido Dickens, Solidaridad: Somos una sola barca llena de gentes muy cercanas en el espacio y en las costumbres, pero en un mar muy revuelto. Si no queremos terminar en graves desastres, la regla es: Todos para uno, y uno para todos; insistir en lo que une, y dejar de lado lo que separa. Y Confianza en Dios: Por boca de tu Marley deseabas que la estrella de los Magos iluminase las casas pobres”. Hoy el mundo entero es una pobre casa, y ¡tiene tanta necesidad de Dios!
PD: ¡Feliz Navidad, queridos lectores!