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En este trienio el transporte público y privado de Medellín ha entrado en crisis financiera por los incumplimientos de la administración municipal.
La deuda del metro con los operadores de las rutas integradas de Belén y Aranjuez es una alerta para la sostenibilidad del sistema en la ciudad. Más allá del discurso, hay que entender el transporte como un solo sistema que integra diferentes modos, interrelacionados y codependientes unos de otros.
El transporte masivo (red Metro) y el transporte colectivo (rutas de búses) movilizan casi la misma cantidad de pasajeros y son la columna vertebral a través de la cual la ciudad funciona, se mueve y nos conecta.
La sostenibilidad del sistema se fundamenta en dos elementos: el volumen de pasajeros y el medio de transporte utilizado; si ambos no están directamente correlacionados el sistema se torna deficitario.
Para atender este problema se crearon los Fondos de Estabilización Tarifaria (FET) como mecanismos que permiten cofinanciar la prestación del servicio en un nivel y en un medio de transporte que debe ser el apropiado para la demanda. El FET asume la diferencia entre la tarifa que se cobra al usuario y el costo de operación con el nivel del servicio deseado.
Para que el sistema sea sostenible, las acciones de las autoridades y gestores deben direccionarse a incrementar el número de pasajeros, y disminuir los costos en relación con la tarifa; de no ser así, o si uno de los indicadores no es bien gestionado, el sistema colapsa.
El déficit actual del FET Distrital puede estar directamente relacionado con la incorrecta gestión de la demanda, la alta congestión y el control de los costos.
De los 161.000 millones de pesos por los que el Metro de Medellín demandó a la actual administración de Quintero, que reiteradamente ha incumplido su obligación, 80 mil millones son por la deuda con los operadores de las rutas alimentadoras y el resto para cubrir el déficit de la operación que hace el mismo metro del sistema Metroplús.
No solo está en riesgo el servicio, y su mejoramiento, sino también la sobrevivencia de un sector del que depende un importante número de empresas, propietarios, conductores, alistadores y mecánicos, entre otros. El transporte colectivo también tiene su problemática y es un actor relevante y fundamental de la movilidad y sostenibilidad metropolitana, siendo necesario que este también exista, se controle, se optimice y crezca.
Como en otras partes del mundo y del país, para tener un servicio de calidad, a nivel de Medellín y el Área Metropolitana, es prudente que el FET también pueda apalancar la prestación y el mejoramiento del transporte público colectivo. Disminuir la congestión, combatir la informalidad y priorizar la infraestructura vial, son otras acciones urgentes.
De no cumplir sus compromisos con el sector transporte y con el FET la administración, tendremos una grave crisis que se suma a la situación crítica de Medellín.
En movilidad Medellín marcha en reversa.
Post scriptum: Medellín no muestra los resultados necesarios y esperados frente al déficit de vivienda. ¿Será que en su último año el alcalde Quintero presentará algo positivo para la ciudad?
