Jesús había proclamado con hechos y palabras la cercanía del “reino de Dios”. Al decir “Dios” se refería al que llamaba “mi Padre” y a quien había enseñado a sus discípulos a decirle “Padre nuestro”, “venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Él mismo, Dios hecho hombre, fue la encarnación de ese reino de Dios que es el poder del Amor.
En el relato de la pasión según san Juan (18, 33-37), dirigiéndose a Pilatos para responderle a la pregunta sobre si es rey, Jesús le dice: “Mi Reino no es de este mundo”. En el lenguaje de Juan, “mundo” significa cuanto se opone al proyecto salvador de Dios. Por eso la frase “mi Reino no es de este mundo”, en lugar de ser entendida como referente a un reinado etéreo sin nada que ver con...