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La lección de La Vorágine

Desde la Conquista, Latinoamérica ha sido el gran proveedor de los recursos materiales para que buena parte de Europa, y luego Estados Unidos, consoliden su dominio del mundo.

15 de diciembre de 2024
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  • La lección de La Vorágine

Por Melquisedec Torres - @Melquisedec70

Esta semana en Londres, ante alumnos colombianos del London School of Economics, planteé este asunto. Me permito ampliarlo aquí desde la misma ciudad.

Desde la Conquista, Latinoamérica ha sido el gran proveedor de los recursos materiales para que buena parte de Europa, y luego Estados Unidos, consoliden su dominio del mundo.

Primero a través de la mano de obra esclavista de indígenas y de africanos. Luego, explotación de oro y plata; posteriormente, bonanza de la quina, planta que es gran medicina.

Y llegó el caucho, árbol que crecía y se reproducía a lo largo de nuestras selvas; fue el soporte de un amplio sector de la revolución industrial que había comenzado en Inglaterra en el siglo XVIII; por eso el empresario peruano Julio César Arana decide asentar sus reales en Londres constituyendo la compañía Peruvian Amazon Company. A través de esta, sometió, sojuzgó, asesinó, decapitó y mutiló a miles de indígenas y a colonos, especialmente colombianos.

El origen de la Peruvian Amazon Company curiosamente está en Colombia; tres hermanos de apellido Calderón, de Pitalito y San Agustín, Huila, se aventuraron a la selva del Putumayo y constituyeron la compañía Calderón para explotación del caucho; en esas apareció Arana e hizo sociedad con ellos. Ni corto ni perezoso, Arana aprovechó seguramente la ingenuidad de los colombianos, con amenazas incluidas, para quedarse con la totalidad de la compañía y de esa manera llega a Londres para escapar del dominio de las autoridades peruanas.

Hace algunas semanas, escudriñando archivos históricos, encontré que esta familia Calderón tiene directa relación con la familia de mi abuelo paterno Benigno Calderón (quien no dio el apellido a mi padre); era descendiente de esos Calderón.

Cien años después, José Eustasio Rivera nos ha unido aquí en Londres para revivir ese elemento sustancial de Latinoamérica como simple proveedor de materias primas para el desarrollo industrial de buena parte de Estados Unidos y Europa. Hemos pagado un costo enorme, como lo seguimos pagando desde hace más de 40 años por la fracasada guerra contra las drogas. Miles de vidas humanas, enormes recursos económicos y atraso social para una guerra que no es nuestra; finalmente el depositario de cocaína es un ejecutivo estadounidense o europeo en Nueva York, Washington o Londres.

Y ahora la genialidad del presidente Gustavo Petro pretende que Colombia pague el más alto costo para combatir el cambio climático cuando nuestro país apenas aporta menos del 0,1% del impacto por contaminación en el planeta. Pero él cree que va a salvar el mundo.

La historia, a veces es una tómbola; 100 años después, La Vorágine nos impone que no tenemos que vivir otros 100 años para entender que ese costo no es nuestro, como no lo fue el del oro, plata, quina, caucho ni cocaína. Y ahora queremos sacrificar el petróleo y el gas, que son los proveedores de recursos para el país, por una visión ideológica absurda que termina haciéndole el favor a las potencias, como Inglaterra, que sí provocan el cambio climático. Quizá el presidente Petro vuelva a leerse La Vorágine y entienda que va por el camino al revés. Hacia la colonia de nuevo.

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