Por Carmen E. Villa
Llegó a mis manos un bello libro de Patricia Nieto. “Los elegidos”. Me lo recomendó un periodista argentino, escritor y profesor en Santiago de Chile. Al leerlo me di cuenta de la nobleza de corazón de los habitantes de Puerto Berrío, quienes desde comienzos del año 2000 adoptan a los muertos que arrojan al río Magdalena y cuyos cuerpos inertes navegan hasta 200 kilómetros para llegar a esta población. Los puertoberreños les ponen un seudónimo o un NN, les dan una sepultura digna en el cementerio La Dolorosa, van a visitarlos, les ponen flores y rezan para que sus almas descansen en paz. Como vivo hace 16 años fuera de Colombia, no conocía esta historia. Este tipo de relatos conmueven y emocionan porque dejan ver la solidaridad de este pueblo hasta con los muertos y víctimas del conflicto armado.
La escritora Patricia Nieto conoció esta historia leyendo el diario como una nota corta y como una curiosidad. Luego la escuchó nuevamente en una conferencia. Le llamó la atención. Cuando un escritor piensa y piensa sobre un hecho particular es quizás indicio de un llamado para narrarlo y visibilizarlo. Eso hizo Patricia. Viajó a Puerto Berrío, dialogó con sus habitantes y encontró mucho más.
Así construye este libro con 15 crónicas diferentes. Así nos da a conocer las historias de estos hombres y mujeres asesinados por grupos guerrilleros o paramilitares y cuyos cadáveres arrojaron al río para evitar cualquier tipo de rastro del delito. Y el río a su vez los lleva a Puerto Berrío.
Me llamó la atención la historia de Róbinson Castrillón. Un hombre asesinado a los 29 años. El único hijo de doña Hismenia Carrasquilla, quien tanto luchó por sacarlo adelante, quien tanto sufrió cuando él le dijo que se iba a vivir a Bogotá y luego a Granada, Antioquia, donde lo mataron. Patricia narra de manera detallada y dura la reconstrucción hueso a hueso del cuerpo de Róbinson.
También es potente la historia de Carmen, escrita en segunda persona y dirigida al NN por quien ella reza. Esta mujer de 30 años perdió a su padre, a su primer esposo y a dos de sus hermanos. Todos asesinados. Le pide al NN que, si está en el cielo, interceda para que a su segundo esposo no le pase nada porque ella no aguanta una pena más.
Fue bello haber leído “Los elegidos”, un libro en el que la autora nos sumerge en un mundo doloroso, desgarrador, con las historias de esta guerra y con un rostro único y muy peculiar: el de la solidaridad con las almas de los difuntos. Les da voz a familiares de las víctimas y a los adoptantes de tantos muertos que fueron arrojados a esa gigantesca fosa común acuática, quienes han tenido un entierro digno. Porque muchos puertoberreños se niegan a creer que la vida termina con un balazo o un golpe de machete. Sus almas necesitan oraciones para poder descansar en paz.