“Lizcano, alístese que nos vamos. ¡Ah!, y sepa que no puede llevar tanto libro. Tenemos que ir livianos por si hay alguna emboscada del Ejército”. Esa fue la sentencia que Jofrey, uno de mis carceleros durante el secuestro —2000 al 2008—, me dijo antes de emprender marcha por la selva del Chocó. La escena se dio después del cambio de presidencia de Andrés Pastrana. El giro político que prometió Álvaro Uribe contra las Farc, tuvo ese aislado efecto: tuve que abandonar lo que tanto apreciaba y me ayudaba a aliviar la soledad: mis libros
Cuento de nuevo esto porque recientemente he visto varios documentales sobre la cotidianidad de los guerrilleros tras el proceso de paz. Los veo tranquilos, algunos leen un libro y otros recorren con parsimonia...