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Laura y la corrupción del poder

Todo ese gigantesco poder, como lo describió Lord Acton hace 136 años, corrompió muy pronto la vida de Laura. La empujó a ordenar justicia por mano propia en contra de la indefensa Marelbys Meza.

28 de mayo de 2023
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  • Laura y la corrupción del poder

Por Melquisedec Torres - @Melquisedec70

“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Los grandes hombres son casi siempre hombres malos...”, dijo Lord Acton en carta a un obispo anglicano en 1887.

Marelbys Meza Buelvas, nacida en el corregimiento Caracolicito, municipio de El Copey, Cesar, pertenece al grupo más indefenso, violentado y débil de la escala social de Colombia, el de las empleadas domésticas, llamadas peyorativamente - hasta hace poco - sirvientas.

Laura Camila Sarabia Torres es hoy la mujer más poderosa del país, solo superada por la esposa del presidente de la República. Pertenece desde ayer a esa categoría que nos describió Lord Acton, la del poder absoluto, la corrupción y la maldad.

Laura nació en Bogotá en 1994, cuando Samper era electo con dineros de la mafia. Se graduó como bachiller de un gimnasio militar (su papá fue sargento mayor) el año en que terminaban el segundo período presidencial de Uribe y recibió su primer diploma universitario mientras Santos arrancaba segundo período. Reportó en su hoja de vida oficial solo dos cargos menores antes de posesionarse como la muy poderosa jefa de gabinete del presidente Petro: voluntaria y luego contratista del Partido de La U y asesora UTL en el Senado; solo 2 años y 3 meses de experiencia, de los cuales apenas 9 meses como servidora pública, de la mano del senador Armando Benedetti. Tiene especialización y una maestría en comunicación política y no reporta ningún idioma extranjero. Con ese perfil, Petro la escogió como su escudera, su fiel ayudante más cercana, la dueña de su agenda y de sus relaciones directas con ministros y clase política.

Y todo ese gigantesco poder, como lo describió Lord Acton hace 136 años, corrompió muy pronto la vida de Laura. La empujó a ordenar justicia por mano propia en contra de la indefensa Marelbys Meza, la mujer que le cumplía la importantísima tarea de cuidar de su pequeño hijo en el apartamento, mientras ella ejercía su cada vez mayor poder en la Casa de Nariño. Sin un fiscal ni un juez, allá hizo llevar de noche a Marelbys a manos del intimidante y robusto equipo de seguridad presidencial, sometiéndola a una ilegal prueba de polígrafo, a retenerla – con signos de secuestro – varias horas y señalarla ahora (en Twitter) como la ladrona de una suma de dinero que Laura no sabe decir con claridad cuánto es, pero que, según le dijo a Marelbys uno de los policías que la intimidó, eran $150 millones en efectivo. Antes de ese tenebroso episodio, Marelbys solo había entrado una vez a la Casa de Nariño, el 31 de octubre de 2022, como lo mostró orgullosa en una red social.

Y no satisfecha, Laura echó miserablemente de su apartamento y de su humilde trabajo a Marelbys, sin decírselo, pero señalándola como delincuente (despido injusto se llama, señora ministra del Trabajo).

Mucho más allá de si Marelbys pueda tener responsabilidad en el hurto (se presume su inocencia, solo un juez podrá decidirlo), los actos de Laura en contra de ella traspasaron cualquier línea del legítimo poder. Petro decidirá si se los avala y le conserva ese imperio.

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