Matteo Salvini, líder del partido xenofóbico Liga del Norte de Italia, tenía razón al señalar recientemente que la hábil canciller de Alemania, Ángela Merkel, había hecho un negocio de primer nivel al recibir a decenas de miles de sirios, muchos de ellos profesionistas con estudios, que ayudarían a impulsar el producto interno bruto del país. Y, agregó, el resto de Europa podría quedarse con las sobras.
Pero hay una pregunta que salta a la mente: ¿Por qué un hombre tan astuto como Salvini no lo pensó primero? Después de todo, aquí en Italia hay varios miles de sirios. Lo que es más, ¿acaso es difícil imaginar que podríamos encontrar más de unos cuantos inmigrantes con estudios entre otros grupos étnicos? Por ejemplo, yo suelo toparme con senegaleses...