Cuando me invitaron a dar una plática en la conferencia anual de TED, rápidamente acepté, pero no sabía en realidad en lo que me estaba metiendo. Sabía que era una gran oportunidad de difundir un mensaje a nivel mundial. No sabía de la enorme preparación, trabajo y tensión que implicaba. Ni que sería una de las mejores experiencias profesionales de mi vida.
TED —cuyas siglas significan tecnología, entretenimiento y diseño— es una organización sin fines de lucro, fundada en 1984, y que se ha dado a conocer en el planeta por las extraordinarias, interesantes e inusuales pláticas que difunde. Pero su bien ganada reputación tiene una explicación: las pláticas siempre son cortas, con un solo tema muy relevante, y se preparan, incansablemente, hasta...