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Juan David Escobar Valencia
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Juan David Escobar Valencia

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La importancia de la cumbamba

Por juan David Escobar Valencia

redaccion@elcolombiano.com.co

“Cumbamba, cumbinibinibamba-cumbí, un brinquito pa’llá y un saltico pa’cá”. De la canción “Cumbamba”, del disco “Pachanga with Barretto” del gran percusionista Ray Barretto. https://www.youtube.com/watch?v=skF2TPxmIQw

Cumbamba es como en Colombia llamamos a lo que en castellano se denomina barbilla o mentón. ¿Por qué escribo sobre ella? La idea surgió de ver tanta gente “inteligente” en la calle, supuestamente evitando contagiarse de covid-19, pero que consideran que su cumbamba es más importante que su propia existencia, y por ello se ponen la mascarilla de forma que no importa si su nariz y boca queden expuestas al mundo exterior contaminado, pero ni por un segundo arriesgarán que su cumbamba se infecte del virus chino. ¡Primero muertos que sin cumbamba!

La cumbamba es un adminículo muy exclusivo. ¿Sabían que solo los humanos y los elefantes tenemos barbilla? Ni siquiera los otros primates la tienen. Y uno andando por la vida sin saberlo. La explicación de que tengamos cumbamba no está del todo resuelta, pero una hipótesis sugiere que es el resultado de la evolución del rostro de los homínidos que con el tiempo fue reduciendo su tamaño, 15 % menos que el de nuestros antepasados los neandertales; menos la barbilla, que terca y orgullosa de sí misma no siguió la misma tendencia y terminó convirtiéndose en una “prominencia” ósea.

La cumbamba no ha sido tan intrascendente como pensamos. La importancia de ciertos personajes de la historia es tan grande como su cumbamba. Una parte muy significativa de la historia europea y del mundo está asociada a la casa real de los Habsburgo, que tal vez tiene en su inventario más reyes y emperadores que ninguna otra dinastía. Si algo distinguió a los Habsburgo, además de su enfermiza endogamia, matrimonios entre primos hermanos, supuestamente para no desconcentrar el poder de su sangre regia, fue su imperial cumbamba. No sabemos con certeza si fue la endogamia la que genéticamente provocó tal deformación, o fue la deformación la que los obligó a que nada más que entre primos quisieran casarse, pero estamos seguros sobre la razón de que tantos Habsburgo se dejaran la barba.

Felipe El Hermoso, más Felipe que hermoso, portaba un mentón que sacaba la cara por él, así a sus retratos se les note el Photoshop de la época. Pero nada como la cumbamba de su hijo, Carlos I de España a quien el embajador veneciano Gaspar Contarini describió muy diplomáticamente así: “Tiene los ojos ávidos, el aspecto grave, pero no cruel ni severo; ni en él otra parte del cuerpo se puede inculpar, excepto el mentón y también toda su faz interior, la cual es tan ancha y tan larga, que no parece natural de aquel cuerpo; pero parece postiza”.

Parece que nuestras calles están llenas de Habsburgos de poca monta, pero manténgase alejado de ellos. Pueden estar infectados y además son brutos, y lo segundo es más peligroso y contagioso que lo primero.

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