Por ana cristina restrepo j.
La derecha paisa no duda en elegir a un incompetente en la Casa de Nariño, pero cuando se trata de Medellín, la cuna de sus ancestros, no se arriesga...
En 2015, la seguridad democrática hizo una doble apuesta: Juan Carlos Vélez (carta expuesta) y Federico Gutiérrez (as bajo la manga). En esta oportunidad, jugó con tres cartas: Alfredo Ramos (carta expuesta), Santiago Gómez (comodín para una negociación que nunca fue) y Juan Carlos Vélez (carta de descarte, reencauchada como centro-derecha). Solo con la Alcaldía de Medellín, Álvaro Uribe perdió tres veces.
Toda la derecha paisa no es uribista, los candidatos mencionados sí. ¿Por qué perdieron la Alcaldía?
Cuando Alfredo Ramos incursionó en el debate local, demostró que no es un animal político como su padre, Luis Alfredo Ramos. El domingo desveló algo peor: su papá dejó de ser un poderoso cacique electoral.
Como si no bastara con una derecha dividida, Uribe decidió jugarle otra vez a la polarización y graduó a Daniel Quintero como “el candidato de Petro” (en la segunda vuelta presidencial, Quintero votó contra Iván Duque, algo muy distinto a “ser petrista”). El joven del Tricentenario ha deambulado por varios partidos. Ni es de izquierda ni es un liberal consistente; por citar solo un ejemplo, ha dicho tajantemente que no está de acuerdo con el aborto.
El estigma del “castrochavismo” y sus cuestionamientos a EPM, sumieron a los electores y a Quintero en una campaña sistemática de desinformación. (Las investigaciones de la Procuraduría y del Consejo Nacional Electoral por irregularidades en la campaña de Santiago Gómez evidencian la falta de ética en el debate).
Entre Álvaro Uribe y Diego Corrales –contratista de la Alcaldía y consultor, sin vínculo formal, de la campaña de Gómez– le pavimentaron el camino a Quintero: ¡lo convirtieron en héroe perseguido!
¿Un “independiente” solitario “derrotó al establecimiento”? Quintero cuenta con el beneplácito de Roy Barreras y Rafael Pardo, entre otros; en Antioquia lo apoyan León Fredy Muñoz y Carlos Mario Montoya, reconocido politiquero que también acompaña a Aníbal Gaviria.
Se repite la historia de 2015, con setenta mil votos más: triunfa un “outsider”. La actual administración desfiguró la Alcaldía de Medellín: una institución de servicio público quedó reducida a una promesa de negocio en busca de un “gerente”. ¿Acaso olvidamos que los más altos cargos del departamento y la ciudad han sido ocupados por personajes del talante de Nicanor Restrepo y Juan Felipe Gaviria?
Doce candidatos a la Alcaldía revelan más egos que pluralismo: un 10,3 % de votos en blanco y buena parte de los votos por Quintero son un castigo al quebrantamiento institucional, la debilidad de los partidos y su falta de concertación.
Medellín acudió a las urnas con la memoria fresca, sin miedo, pasó una cuenta de cobro por incumplimiento. Votó con cansancio e indignación. Quintero necesita un gabinete experimentado, y que Diana Osorio, su esposa y consejera, con maestría en Posconflicto, asuma un papel protagónico.
¡Que nos deje callados a los que no votamos por él... y a los que votaron contra él!
Desde el Concejo y las Juntas Administradoras Locales –y la empresa privada–, Quintero enfrentará la oposición mayoritaria del Centro Democrático (¡el uribismo le hace oposición hasta a su propio Presidente!).
El alcalde electo es semilla incierta en tierra con anhelos de Primavera. Ojalá florezca.